jueves, 17 de diciembre de 2015

SOBRE EL DOCUMENTAL DE LARGOMETRAJE DE JORGE DALTON
"EN UN RICÓN DEL ALMA"

El día de hoy y con tremendo dolor en el alma pero con mucha satisfacción y alegría a la vez, hemos dado por concluida mi última película documental de largometraje de 93 minutos titulada: “EN UN RINCON DEL ALMA”, que tiene de protagonistas a Cuba y al destacado novelista, guionista y periodista cubano Eliseo Alberto Diego García Marrúz (LICHI). Siento que con esta película mi hermano  LICHI DIEGO seguirá vivo mucho tiempo más. Este trabajo lo he dedicado a mi padre y a la nación cubana, a la patria que me vio crecer, a todos los cubanos vivan donde vivan y piensen lo que piensen.
Estoy muy agradecido con el equipo salvadoreño y cubano que me acompañó en construir estos 93 minutos que ya algunos catalogan de hermosos. Será sin dudas una nueva  película para la naciente cinematografía salvadoreña y una nueva película  para Cuba. Es mi mejor regalo para esas dos patrias que tengo yo. Será algo importante para todos los que hemos trabajado en ella y aspiro que lo sea también para los espectadores, que pueda abrir un debate sobre el pasado, presente y futuro de Cuba. No ha sido fácil proponerse un trabajo a partir de la emoción y no de la pasión y como bien decía LICHI DIEGO:“La razón dicta; la pasión ciega. Solo la emoción conmueve. Porque la emoción es  a fin de cuentas, la única razón de la pasión”.
El plan de exhibición internacional será a partir de 2016. Quiero darle las gracias en especial a Edson Amaya,  al joven editor y post productor salvadoreño, que ha tenido un roll fundamental en toda esta maravillosa aventura cinematográfica, a mi esposa Susy Caula que es la productora ejecutiva siendo ya el 2do documental que hemos producido juntos. A mi hermanita Hildita Barrio Matamoros en la producción, a Ginle Cubillas que fue mi asistente de cámara, a Sebastián Milo que igual hizo producción en Cuba.
No puedo estar más agradecido con la música que compuso el magnífico guitarrista salvadoreño Joel Barraza y muy feliz y agradecido también por el hermoso piano y las bellísimas piezas que nos cedió el gran músico y compositor cubano José María Vitier y además primo del inolvidable LICHI DIEGO. Esta película hubiese sido imposible sin la Familia Diego García Marruz, sin Fefé Diego, sin Silvia Rodríguez Rivero, Marie Alvarodíaz, María del Carmen Alvarodíaz,  mis sobrinos Ismaelito Diego, María José Diego, María Fernanda Mendoza Alvarodíaz , sin mi mamá Aída Cañas,  Cuty Ragazzone, Juan Pin Vilar, Carlos Varela, María Julia Grillo y la EICTV en Cuba, sin el  aporte del fotógrafo cubano Iván Cañas, el Dr. Luis Hernández Abreu en Miami, sin Pancho Céspedes en México, sin el cariño y el apoyo en El Salvador de: Dagoberto Vega, Mauro Arévalos, David Pinto, sin Renán Pereira, Esteban Rodas, David Gallardo, Julio López, Andre Guttfreund, mi perrito Edú y por último  Tere Cornejo, diseñadora grafica salvadoreña quien diseñó este bello poster con la foto del cubano Ernesto Fernández.
 
Jorge Dalton
herido_desombras@yahoo.es

miércoles, 9 de diciembre de 2015

PALABRAS DE SENEL PAZ EN LA PRESENTACIÓN DEL NÚMERO 17 DE LA REVISTA NUEVO CINE LATINOAMERICANO

Estimados cineastas:
Los llamo así porque es nuestro lado de cineastas lo que nos reúne en esta sala, hagamos o no películas.
Siempre que me ha tocado presentar una revista del cine cubano la leo con atención de la primera a la última página, solo en esas ocasiones. Lo he hecho ahora y puedo confirmar para ustedes que estamos ante una revista… de peso.
Debo confesar también que no más abrirla tuve la sensación de que se me parecía a algo, pero no pude determinar a qué, así que seguí de largo sin detenerme en problemas de originalidad.
No me gusta, en una presentación, ponerme a pasear por el índice o a interpretar a cada autor. Es algo que hará cada uno de ustedes. El propio equipo de redacción se encarga, en la portada, de llamarnos la atención sobrelos tema que considera más relevantes: el dossier sobre las mujeres cineastas y el de las series televisivas; las entrevistas; las clases magistrales de ilustres visitantes y los 30 años de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano.
De todo ese menú voy a referirme solo a algunos platos que me gustaron particularmente. Del dossier sobre las mujeres realizadoras, que aborda el trabajo de ellas desde varios ángulos –la producción, la realización, los contenidos y las poéticas–, elijo el artículo “Tabú, intimidad y pudor: el cine realizado por mujeres”, de Jorge Ruffinelli. Ruffinelli es, en el mundo de las publicaciones del cine latinoamericano, lo más cercano que tenemos a Dios: está en todas partes. Pero Dios lo tiene fácil, le basta con soplar. A Ruffinellino: él se lo pasa investigando, estudiando y pensando sobre los más diversos asuntos y luego tiene la bondad de compartir con nosotros el fruto de ese trabajo tremendo, agudo, amoroso e inagotable. Sobre este artículo les digo algo muy sencillo: no se lo pierdan.
Soy de los que lee las revistas saltando de un lado para otro, al estilo conejo (canguro que diría Mel Gibson por ser australiano), y de aquí me voy al artículo “Internet y el fin de la televisión de masas”, adonde llegué atraído por la fama de su autor, Ignacio Ramonet, francés nacido en España o al revés.
Excepto las fotos del propio Ramonet, todo es interesante en el artículo. Este señor, como ya sabemos, no se cansa de decirnos cosas inteligentes y de inquietarnos. Escribe: “Hay un cambio que se está produciendo en la relación con los contenidos audioavisuales, con los programas de la televisión. Todos los estudios, las encuentas que se han hecho últimamente sobre las nuevas prácticas del uso de la televisión… indican que estamos asistiendo a un cambio muy rápido en el consumo, lo que podríamos llamar el consumo lineal de la televisión, el hecho de que veamos un programa. ¿A qué llamamos consumo lineal? Es cuando veo la televisión en el momento en que se difunde el programa. Si estoy frente al televisor cuando se está difundiendo un programa, eso es un consumo lineal; estoy sincrónico con la televisión, con el canal de televisión. Pero eso que parece una obviedad está siendo cada vez menos frecuente…” Y a partir de ahí el hombre toma impulso y nos pone a pensar en cosas que tenemos delante y en las que no hemos reparado.
Encontrarán ustedes este texto entre las páginas 42 y 49, casi el centro de la entrega, punto donde me volvió la maldita sensación de que la revista se me parecía a algo, alguna cosa.
No menos atractivo es el texto de Diego Lerman sobre “Las series como una posibilidad de experimentar”. El autor sabe de lo que habla y lo hace en estilo anticremático, es decir, sin esparadrapos en la boca.
De este título, confundido por la vanidad, pasé a la propuesta de Dan Halsted titulada: “Los mejores escritores dan los mejores trabajos”. Pensé que se hablaría de mí; pero no, el autor se extiende sobre temas en los que es experto y acumula una profunda vivencia, y lo hace al calor y la pasión del diálogo que propició, aquí en La Habana y en este mismo hotel, el seminario La serie televisiva actual y el impacto de su estética y sus dinámicas en la producción audiovisual contemporáneas, organizado por este Festival en su edición pasada.
En esta línea de interés, especialización e intercambio con el público, están lastres conferencias magistrales, material igualmente propiciado por las actividades colaterales del Festival que la revista tiene el tino de compartir con todos a través de este número y convertirlo así en referencia que podemos visitar a gusto. Estas clases estuvieron entre lo mejor que ocurrió el año pasado, por lo que el concepto de “actividades colaterales” va a tener que ser revisado.
Como me prometí no caer en la pedantería de comentar la revista título por título, y dejando a un lado la sensación de que el número me recordaba cada a otra cosa, paso a una última recomendación: La entrevista a Iván Giroud realizada por Antonio Enrique González, periodista de la publicación digital cubana La Jiribila. Pero antes de referirme a ella, la entrevista, y a él, Iván, tengo que hacer mención a otro asunto primordial que apenas aparece en el índice pero que está presente en todo el número.
Una publicación no es, no se reduce, a su contenido. Si no hay diseño, si no hay trabajo de edición, entendido como pensamiento y el cuidado de cada página en su esencia y su forma, la revista no tendrá el cuerpo, la efectividad, el peso que tiene esta y no irá a la maleta de ustedes el día de la partida sino al cesto de la basura de la habitación del hotel. El diseño gráfico está a cargo de 10K, y ustedes harán algo bueno por sí mismo su recorren la revista apreciando su presentación, tan bella como inteligente.
La jefa de redacción es Xenia Reloba, y como director aparece Iván Giroud, a quien seguro debemos la mirada de águila sobre el conjunto, en tanto que las tareas gordas habrán recaído sobre la editora, como ocurre casi siempre. En todo caso, entre los méritos más importante y maravilloso de ambos está el que tengamos la revista en la mano, a tiempo, en el día y la hora señalado. Esta es, posiblemente, la parte más difícil de una publicación cubana, y para conseguirlo el equipo tiene que emplear todo tipo de efectos especiales.
El diseño incluye, incluso, una muestra de aquello que antes llamábamos ”mensaje subliminal”, y que hace unos años era el no va más en las teorías comunicacionales. El concepto existe desde hace mucho, de cuando Ramonet era chiquito y todavía no hablaba francés. Encontramos este mensaje en el reverso de la portada, donde se ubica lo que parece un inocente anuncio del ron Havana Club con el que los editores nos están diciendo, subliminalmente,que aceptamos los tragos que ustedes les quieran obsequiar por el buen trabajo realizado.
Volvamos a la entrevista de Don Iván, bautizado así desde su discurso de anoche en la inauguración del Festival. En esas páginas se aprecia, no porque él lo diga sino porque está en la esencia de su saber y su reflexión, que el director de nuestro Festival no ha acompañado por gusto y durante tantos años a los cineastas de este país y a muchas de sus figuras fundadoras, sino que se ha alimentado con lucidez de esa experiencia y la ha ello suya. Podemos afirmar con cariño porque este no lo podríamos evitar, pero con toda responsabilidad, que en Iván Giroud está, como en pocos de nosotros, la fuerza pero también el espíritu de nuestra cinematografía.
Y con su entrevista comprendí finalmente a qué se me parecía la revista: al Festival, y con él a nosotros, los cineastas cubanos. El Festival la recorre página por página con la misma seriedad, entusiasmo y gozo que está en los cines; con la misma sensibilidad, inteligencia e imaginación de todo el programa. Esta revista es, como cualquier película, guion o cartel hecho en esta isla o por gente nacida en ella, cine cubano, para hoy y para siempre, de nosotros para ustedes.Gracias por ello, equipo de Nuevo Cine latinoamericano, No. 17.
Muchas gracias

DE GONZÁLEZ ROJAS A GARCÍA BORRERO

Bueno, Juany, verdad de Perogrullo resulta hablar de los granes apiñamientos de público durante el Festival de Cine para alcanzar a ver una cinta cubana de largo metraje, casi siempre de estreno, pues el evento resulta la verdadera plataforma de presentación de nuestras ficciones. Ni la credencial me exoneró de las turbamultas que desbordaron las salas de 23 y 12 y La Rampa, para ver las óperas primas Bailando con Margot (Arturo Santana) y Espejuelos Oscuros (Jessica Rodríguez).
Y es que bajo este ya acostumbrado estado de cosas se divisa un sorprendente comprometimiento del cubano con su fílmica, algo casi único en el mundo, donde las producciones nacionales sucumben ante las taquillas propuestas foráneas, relegados a una constante alternatividad.
Sin embargo, con exiguo marketing, más allá de las informaciones de rigor en los medios y la programación que ofrece el diario del Festival, las obras cubanas casi siempre ganan premios de la popularidad o son muy fuertes contrincantes, y gozan de la mayor afluencia, amén de las calidades, que son harina de otro costal. Cuánto puede decir algo tan “sencillo” como esto del arraigo cultural, el sentido de la  identidad y tantos otros argumentos que se esgrimen maniqueamente a la hora de levantar trincheras y condenar la afluencia de las propuestas culturales del mundo y los consumos de los públicos cubanos.
Estas “colas”, que no son para el pan, ni el champú, que no son concentraciones orquestadas, hablan muy alto a favor de un espíritu nacional sólido, de las reales ansias del cubano de dialogar con las representaciones que de Cuba urden otros cubanos, de ver cómo funciona y divertirse, de celebrar, a veces muy forzadamente y hasta la verdadera exageración (casi desesperada) de buscar la risa, el chiste, la causa del disfrute y la celebración de lo nacional, a fin de cuentas. Un gran abrazo y seguimos festivaleando…
Antonio Enrique González Rojas

jueves, 3 de diciembre de 2015

Los cineastas se movilizan contra la censura

Juan Carlos Cremata durante la reunión del G20 el pasado sábado con una camiseta en la que pone "censurado". (Luz Escobar/14ymedio)Juan Carlos Cremata durante la reunión del G20 el pasado sábado con una camiseta en la que pone "censurado" y con la boca tapada con cinta adhesiva. (Luz Escobar/14ymedio)
El grupo de cineastas G-20 votó de manera unánime, en una reunión celebrada el sábado, a favor de apoyar al cineasta y dramaturgo Juan Carlos Cremata mediante la redacción de una carta que denuncie la censura de su obra y la campaña de difamación en su contra.
La reunión tuvo su momento más tenso cuando un funcionario del Instituto Cubano de Arte e Industrias Cinematográficas (ICAIC) intentó sacar del local Fresa y Chocolate al activista Eliécer Ávila, que había acudido a la convocatoria pública.
Casi al final de la jornada, justo antes de proceder a la votación, el director del ICAIC, Roberto Smith, y otro funcionario del instituto, Ramón Samada, intentaron expulsar al líder de Somos+alegando que se trataba de un "contrarrevolucionario". Varios cineastas argumentaron que la reunión era "abierta al público" a lo que Samada respondió: "Sí, pero no para los contrarrevolucionarios".
El crítico Enrique Colina, que participó en el acto como panelista con la lectura de su textoSobre la censura y sus demonios, zanjó el incidente diciendo que no es facultad de nadie expulsar a uno de los presentes, "mucho menos ahora", argumentando que estaban creando un problema distinto al que se estaba discutiendo.
Roberto Smith y Ramón Samada intentaron expulsar al líder de Somos+ alegando que se trataba de un "contrarrevolucionario"
Smith, precisamente, había dado lectura a unas cuartillas antes de comenzar la intervención de los ponentes en las que conminaba a "continuar defendiendo al ICAIC como un espacio para el debate de las ideas más complejas, abierto a la pluralidad de criterios". El director del ICAIC reconocía ahí mismo que a pesar de que todos los presentes "viven una misma realidad, los puntos de vista pueden ser diferentes, contradictorios o antagónicos".
La discusión estuvo moderada por Ernesto Daranas, director de la premiada película Conducta, y por el narrador, ensayista y guionista Arturo Arango. Después de ellos, intervinieron los tres panelistas invitados. Colina leyó su texto y Arango el artículo Fenomenología de la autocensura en Cuba, del segundo ponente, Juan Antonio García Borrero, que no pudo llegar desde Camagüey. El tercero de ellos fue el periodista Dean Luis Reyes, conductor del programa televisivo Secuencia.
Uno de los temas tratados fue la crisis que sufre el género documental en Cuba. Dean Luis Reyes destacó El tren de la línea norte, que "aspira a revelar la crisis de los pueblos cubanos" y cuyo rodaje "fue afectado por la intervención policial y de la Seguridad del Estado". A pesar, explicó, de que trabajaban con "los permisos necesarios, los realizadores debieron sufrir acoso, incluso, amenazas".
El cineasta Jorge Luis Sánchez rememoró el ICAIC "que ya no existe" y habló de la presencia en los medios de un "obcecado triunfalismo" y "la persistente miopía de cargar sobre las personas las ineficiencias del sistema". Sánchez lanzó un llamado a "no escandalizarse más por la obra artística, sino por el diseño disparatado de la realidad" y comentó la difícil y compleja "realidad de un país donde para vivir hay que acudir a la ilegalidad porque la institucionalidad casi nunca funciona bien".
Por su parte, el crítico y profesor Gustavo Arcos fue directo al grano: "Si tenemos películas censuradas y si en esa censura participa el ICAIC, hay que empezar a definir", apuntó. Arcos entiende que es un sinsentido tener discusiones "sin tener delante a las personas que tienen que ver con este asunto" y resaltó la importancia de tener una contraparte para que el diálogo no quede estancado.
Arcos pidió que las autoridades expliquen por qué consideran que el cine que censuran está "contra la Revolución". Después de admitir que "todos hemos estado demasiado pacientes, esperando", propuso pasar a implementar un "plan B de acciones fuertes".
La cineasta Belkis Vega contó su largo peregrinar para toparse con quien había censurado un trabajo suyo sobre la ayuda militar a Angola. Denunció el silencio de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y de cómo fueron manipuladas las asambleas de cine en el último congreso al crearse una "comisión de candidatura" que censuró nombres aprobados por las asambleas e impuso otros que nadie había propuesto.
Belkis Vega confesó sentirse asustada ante la campaña difamatoria contra Cremata y llamó la atención sobre quienes le atacan en foros que manejan datos que "solo puede tener la Seguridad del Estado"
Vega confesó sentirse asustada ante la campaña difamatoria contra Cremata y de lo que parece una "cacería de brujas". Además, llamó la atención sobre quienes le atacan en foros y a través de artículos bajo pseudónimo y que manejan datos que "solo puede tener la Seguridad del Estado".
El dramaturgo Norge Espinosa tomó la palabra por su "cercanía con el tema de Cremata" y por todo lo que este caso "ha ido desatando en el resto del teatro cubano". Espinosa recordó la "guerrita de los e-mails" en 2007, que propició un ciclo de encuentros, pero no salió nada en la prensa sobre las reuniones de los intelectuales.
Asimismo, denunció que lo ocurrido con el director de Nada, quien este sábado llevaba una camiseta con la palabra censurado, ha "estremecido a la escena cubana en las últimas semanas". Espinosa lamentó que esto no haya supuesto "ningún respaldo" en el "movimiento teatral, que está representado por la UNEAC y el Consejo de las Artes Escénicas", pero aseguró que este caso crea un "precedente" y manifestó su alegría de que "los cineastas cubanos se estén reuniendo de la manera que la gente del teatro no ha sabido hacerlo".
Colina retomó la palabra para insistir que en el caso de Cremata había que hacer "algo concreto, una declaración de que protestamos" como grupo y "lanzarla a los medios", porque "Cremata somos todos nosotros".
La carta en apoyo acordada se hará pública en el blog de Juan Antonio García Borrero y en lapágina de Facebook de Cineastas Cubanos.

jueves, 1 de octubre de 2015

DEL CARPEN DIEN DEL CINE CUBANO EN ESPERA DE SU KAIROS  

Como ante todo me considero un librepensador, es decir, alguien que gusta someter a la mirada crítica y desprejuiciada todo aquello que llega a sus sentidos, con independencia de su procedencia o filiación, con el fin de formarme una opinión que tenga en cuenta la mayor cantidad de argumentos posibles, es que asumo como natural la diversidad de criterios expuestos hasta ahora en el blog. Pero, obviamente, no significa que esté de acuerdo con todo lo que publico.
Que ningún individuo tiene la verdad absoluta en sus manos es un lugar común cuyo uso casi siempre está dirigido a paralizar al antagonista, y con ello, evitar la búsqueda de una verdad superior a la que hasta entonces comparten los litigantes. El ejercicio sistemático del debate público es algo que siempre beneficiará a las sociedades en su conjunto, pero está claro que en el plano individual deja inevitablemente ganadores y perdedores.
El debate no es algo abstracto, sino que está sostenido por seres humanos con grande limitaciones, y que, por regla general, no les gusta “perder”. Por eso en la escuela de la sospecha es tan importante el rastreo de lo que sucede en la conciencia de quienes pugnan por imponer su voluntad: ¿cuánto de prejuicios, filias, fobias, se esconde detrás de una retórica que se asume a sí misma como jueza y medida de todas las cosas?, ¿cuánto de interés humano, demasiado humano, se enmascara detrás de esa declaración altisonante de principios universales?
En el caso que nos ocupa pareciera que lo que nos interesa es la suerte del audiovisual cubano que ya se realiza al margen de la industria o la institución (léase ICAIC). Es decir, nuestro interés último estaría asociado a algo que beneficiaría a la nación, no a un grupo político, o a una de las tantas capillas estéticas que pugnan entre sí en lo simbólico. Pero ello no impide que ese proceso, eventualmente, sea apreciado desde la perspectiva tardía del romanticismo, esa donde se pone por delante la genialidad de determinados creadores, y queda en un segundo plano la complejidad fecundante del escenario donde se mueven estos.
Creo que fue un poco lo que le pasó a Manuel Iglesias cuando en su texto menciona a Fernando Pérez en la forma que lo hizo. Todos conocemos las virtudes de Fernando, pero debemos cuidar que ese entusiasmo que nos provoca su obra y su persona, no nos nuble el juicio, y nos empuje a asumir posiciones sesgadas donde pesa más la emoción, la gratitud, que la percepción crítica. Hay que evitar aquello que Truffaut contaba de Hitchcock a finales de los setenta:
“En el momento de la aparición de Family Plot en Nueva York, yo había visto a Hitchcock en la televisión americana, ante una treintena de periodistas especializados. Todos le manifestaban respeto y afabilidad, no tanto porque les hubiera gustado su película número 53 sino porque, pasados los setenta años, un director si todavía está en activo, goza de eso que podría llamarse la inmunidad crítica”.
Más que Fernando Pérez y los nombres propios de quienes integran el G20, importaría dar a conocer la utilidad pública de eso que se propone en sus encuentros. Hasta donde he podido apreciar, no existe entre el G20 (lo que ese grupo representa) y el ICAIC, exactamente una confrontación. He visto en todo caso complicidad, en un principio tácita (recordar que el improvisado primer encuentro tuvo lugar en “Fresa y chocolate”, que pertenece a la institución), y ahora expresa. Que las cosas no han salido con la prisa que se quisiera, lo único que nos indica es que la solución de estos problemas, como apunté en un post anterior, hay que buscarlas más allá de 23 y 12.
Nada de lo que digo (o decimos) es nuevo. Recuerdo que en aquella ocasión en que Kiki Álvarez escribió su texto El árbol, el verbo, y el cine cubano sostuvimos en el blog una polémica parecida. Y recuerdo mi intercambio con el cineasta Mario Crespo, y mi insistencia en que, más que abatir el árbol que sería el ICAIC, lo importante sería resembrarlo. Y aunque siga pareciendo de mal gusto citarse uno mismo, retomo una parte de lo que entonces alegué:
“Esto no significa que debamos concederle al ICAIC los privilegios de un paraíso fiscal, y lo dejemos exentos del registro crítico. Si alguien saldría beneficiado con las críticas de fondo que se le pudieran hacer al instituto sería el propio ICAIC, o mejor aún, el cine que producen. Hablo de críticas que, amén de plantear los problemas, sugieran soluciones, o mejor, caminos novedosos que merecerían la oportunidad de ser recorridos, aunque sean errados. Desde luego, en una nación como la nuestra, donde no nos han educado para escuchar el criterio adverso y ver en esto la posibilidad de aprender algo nuevo, la meta se me antoja una fantasía, o algo a muy largo plazo. Por eso es que, en última instancia, los problemas que hoy en día acosan al cine producido por el ICAIC no resultan responsabilidad del ICAIC como tal, sino del orden de cosas que han configurado a la sociedad cubana en la misma cantidad de años que tiene el Instituto”.
Ahora no recuerdo bien si fue así como Julio César Guanche lo dijo alguna vez, pero es la esencia de aquella reflexión que quizás recuerde mal, la que me sigue alentando en estos debates: este país no necesita Mesías, sino instituciones que funcionen bien, y ciudadanos que sepan sostenerlas y desarrollarlas. Hay que pensar entonces en ese carpe diem al que alude Gustavo Arcos en el post que ha originado este intercambio de ideas, pero también estamos en la obligación de construir el kairos (el momento oportuno en que ocurren cosas bien especiales) que ponga al audiovisual cubano en una nueva dimensión espiritual.
No basta con que un grupo de realizadores estén filmando por su cuenta nuestras alegrías y angustias de cubanos inmersos en el mundo: en algún momento tendremos que sentarnos, reconocernos y crecer. Y nos guste o no, necesitamos una institución donde albergar todo eso.
Juan Antonio García Borrero

lunes, 24 de agosto de 2015

SOBRE EL EXCELENTE Y CLÁSICO DOCUMENTAL CUBANO "NOW" DE SANTIAGO ÁLVAREZ.
Luciano Castillo.


POSTILLAS A PROPÓSITO DE NOW!

Medio siglo después, el impacto suscitado por las imágenes de Now! (1965), ese clásico que aportó Santiago Álvarez (1919-1998) al cine documental, sigue repitiéndose en todo aquel que lo ve en cualquier lugar. No solo por el torbellino de imágenes que acompaña la personalísima versión de Lena Horne (1917-2010) de la canción tradicional hebrea «Hava Naguila», convertida en himno contra la discriminación racial, sino por la dolorosa contemporaneidad. Cambió el vestuario de esa década prodigiosa y quizás el uniforme de los policías; ya las pesadas cámaras con que los reporteros o cualquier transeúnte filman la represión y los actos contra los afronorteamericanos no son de celuloide, sino digitales, infinitamente más ligeras, pero los hechos denunciados entonces se repiten una y otra, y otra vez. No son imágenes de archivo y fotografías de todas partes —como advierte un letrero al inicio de esos 6 memorables minutos del documental—, sino de la cruenta realidad de hoy. «Ahora es el momento! ¡El momento es ahora!», clamaba vibrante la Horne en la canción cuya letra parece haber sido escrita entonces para esos y estos tiempos. El rostro desafiante del niño negro en la última fotografía aún nos sobrecoge.
Realicemos un flashback a cierta tarde en una fecha indeterminada a principios de 1965, cuando Santiago Álvarez, director del Noticiero ICAIC Latinoamericano, ya con 238 ediciones al inicio del año, convocó a una reunión a un grupo de compañeros del Departamento de Animación Especial, más tarde Trucaje. Ellos eran: Pepín Rodríguez, camarógrafo de la mesa de animación, Adalberto Hernández, su asistente, Ángel López, entonces especialista de la Truca, y Jorge Pucheux, como su asistente, además de los diseñadores Delia Quesada y Alberto Herrera (Trufó). Dos años atrás, con las filmaciones realizadas por los camarógrafos del ICAIC, unidas a otras tomadas por los del Noticiero Nacional de la Televisión y de la Sección Fílmica del MINFAR sobre el devastador trayecto por las provincias de Oriente y Camagüey del ciclón Flora, Santiago había realizado Ciclón, que se alzó con el primer premio Paloma de Oro en el Festival Internacional de Cine de Leipzig (República Democrática Alemana). Era la segunda vez que el nuevo cine cubano producido por el ICAIC obtenía el máximo galardón del certamen, después de Historia de un ballet (1962), de José Massip.
Escuchar unas horas antes de citarlos a su oficina en un disco que le regalaron una canción interpretada por la norteamericana Lena Horne fue el detonante en Santiago para un nuevo proyecto. Y mientras dejaba caer sobre la mesa de trabajo gran cantidad de fotografías, fragmentos de películas y noticieros norteamericanos que habían llegado a su poder, les contaba anécdotas y experiencias personales acerca del período en que residió en Estados Unidos, donde tuvo que desempeñar múltiples oficios y ser testigo de primera fila de la discriminación racial. Los invitaba a realizar, con total libertad creativa, un fotomontaje a partir de la canción «Now».
«Todos miramos a Pepín, pues a él le tocaba la parte más importante del proyecto —evoca Pucheux—, ya que casi el 90% de los materiales para trabajar eran puras fotos; algunas prestadas, otras sacadas de periódicos y revistas del momento. Recuerdo que estuvimos como hasta las diez de la noche reunidos con él, analizando todas las posibilidades del trabajo. Qué haría él y qué procesaríamos nosotros en la Truca, qué les tocaba a los de Diseño, etc. Al final de la jornada quedamos de acuerdo en que la filmación de las fotos (animadas en la Mesa de animación) y un sencillo trabajo de diseño en la presentación, serían suficientes para abordar el proyecto y que la Truca estaría apoyando esta filmación».
Según Puchaux, artífice de la Truca en un futuro cercano, imprescindible en no pocos títulos del cine cubano, el reto enfrentado era buscar el equilibrio de imágenes y música. Aquella canción prohibida en Estados Unidos por llamar a los negros a luchar por sus derechos, les resultaba demasiado atractiva, y estaban convencidos de que competiría con las imágenes. Pero retomemos el valioso testimonio de Pucheux sobre la responsabilidad asumida por Pepín Rodríguez (1939-2014):
«Un día después estaban Pepín y Adalberto ordenando la gran cantidad de fotos para lograr una secuencia coherente, a partir de la letra de la canción. Recuerdo que ese día Ángel me envió a la Mesa para auxiliarlos en ese trabajo. Algo que comenzó a preocuparnos a todos fue la intensidad y ritmo de la música y la manera de sincronizarla con el trabajo de montaje de las fotos. Realmente nunca antes (al menos yo) y hasta me atrevo a pensar que Pepín tampoco, habíamos tenido una experiencia de este tipo. Pepín estuvo veinticuatro horas analizando esta situación: no durmió ese día. Recuérdese que en aquel tiempo un ritmo tan fuerte en el montaje no era muy común y mucho menos en un llamado documental que rompía todas las tradicionales normas del lenguaje cinematográfico en este género. Lo peor de todo —y quizás lo mejor— fue el hecho de la gran urgencia con que Santiago quería la terminación y exhibición del proyecto.
Esto increíblemente compulsionó la filmación y, de pronto, ahí estaban Pepín y Adalberto enloquecidos moviendo las fotos cada una de ellas cuadro por cuadro, reencuadrándolas, haciéndoles zoom, travelling, etc. Pepín me solicitó ese día que lo ayudara con varias imágenes trabajadas en Truca y de ahí salí corriendo para enfrascarme en ellas, ya para entonces habían sido filmados los créditos en una vieja mesa de animación hecha en Cuba que funcionaba con una cámara Bell & Howell, aun mucho más vieja».
Si para estructurar Ciclón, Santiago contó en la edición con el experimentado Mario González (1908-1998), en compañía de la joven Norma Torrado, que se entrenaba a su lado, esta labor decisiva de conferir el ritmo exigido por la canción de la Horne correspondió en gran parte a la Torrado (debutante desde 1962 en la moviola en Indemnización, de José Limeres). Santiago Álvarez, sorprendido por la destreza adquirida por Norma Torrado en el ritmo intenso semanal de los noticieros, había acudido a ella para su documental Cuba, 2 de enero (1965), reseña sobre las incidencias del desfile militar y la concentración celebrada en la Plaza de la Revolución en esa fecha conmemorativa del sexto aniversario del triunfo revolucionario. Formado también en esa genuina escuela que significó el Noticiero ICAIC, Idalberto Gálvez incursionaba por primera vez en la edición de un documental, y nada menos que con una complejidad a la cual no estaban acostumbrados.
Now!, estrenado en las salas de la isla a fines de agosto de 1965, fue aplaudido en un inicio como una edición del Noticiero ICAIC —aunque no lo fuera, sino un documental concebido por el mismo equipo—. «Nuevamente Santiago Álvarez, que ha obtenido para Cuba cinco premios internacionales con el documental Ciclón —escribió Luis M. López en la primera reseña, aparecida en el periódico Revolución del 1º de septiembre—, sitúa el Noticiero ICAIC en el primer plano de la atención pública, incorporando audazmente elementos artísticos para establecer el compromiso director, sin rebajar el nivel estético. […] Por su acertada y valiente selección y montaje, Santiago Álvarez ha ganado el reconocimiento del espectador». Al día siguiente, una nota informativa en El socialista, de Pinar del Río, reiteraba que el teatro Zaydén exhibía un reportaje especial del Noticiero ICAIC sobre la discriminación racial en Estados Unidos. «Una canción moderna que es un himno de batalla», la calificaría el cronista de ese diario semanas más tarde.
En su segunda edición del 20 de noviembre de 1965, tres días después de su aclamada proyección en el cine Capitol de Leipzig donde el público se paró y gritó por varios minutos, Granma publicó la primera crítica sobre Now!, firmada por Alejo Beltrán (seudónimo de Leonel López-Nussa). «La denuncia es panfletaria y no pretende parecer otra cosa —expresó. Es un alegato violento, hermoso, de trinchera, profundamente expresivo sin oratoria, con la objetividad fantasmagórica y a un tiempo realista del cine».
A los dos días la noticia del primer premio, la segunda Paloma de Oro recibida por Santiago Álvarez en un festival de esa envergadura —bajo el lema «Películas del mundo para la paz del mundo»—, fue reproducida en todas partes. El realizador, orgulloso y contento, transmitió telefónicamente a la redacción de Granma que el documentalista francés Chris Marker lo calificó de maravilloso, en tanto que para el célebre cineasta holandés Joris Ivens era ¡formidable! en su síntesis. «Fue uno de los más aplaudidos entre todos los presentados para las distintas categorías», declaró Álvarez. Obtener semejante galardón en el rubro de documentales cortos en un certamen donde concursaron 120 películas de 49 países, y en el cual La Gran Guerra Patria, de Román Karmén recibió la Paloma de Plata y El fascismo corriente, de Mijail Romm, ganó el premio especial del jurado, indica la repercusión suscitada.
«En cada instante del filme se funde la canción “Now” con hechos objetivos, reales, de la acción discriminatoria de Estados Unidos», escribió el prestigioso crítico José Manuel Valdés Rodríguez en su sección Tablas y Pantalla de El Mundo (30 de noviembre). Su colega, Mario Rodríguez Alemán, opinó en Juventud Rebelde el 2 de diciembre: «El montaje es un torrente de imágenes, dadas con una síntesis apasionante y con un ritmo directo y sagaz que hace de Now! una película llena de mensaje, de elocuencia, de poder dramático, como la canción cantada por Lena Horne, sin duda, un canto de guerra necesaria para la libertad y la paz».
Al reseñar su exhibición en el VI Certamen Internacional de Cine Documental Iberoamericano y Filipino de Bilbao, España (1966), donde compartiría el primer premio, la medalla de oro, el crítico y realizador Miguel Bilbatúa, expresó entusiasmado en la revista Nuestro Cine: «Now! es un documental que debía ser visto por todo el mundo. Now! es lúcido, sobrecogedor, necesario».
El nombre de Jorge Pucheux, como el de otros compañeros que también trabajaron para este documental quedó fuera de los créditos. «Eso nunca fue algo importante para nosotros —rememora al cabo de los años este hombre a quien debemos vivencias como las que hemos insertado—, lograr el reto de terminar el documental y, a la vez lograrlo, con excelencia fue lo primordial. La edición de Now! junto a Santiago, a Idalberto Gálvez y a Norma Torrado, con casi todos nosotros presentes y en un acto increíble de libertad creativa, el montaje de cada foto, de cada imagen, es inolvidable para todos los que participamos. Ya Ciclón había quedado atrás. Con la realización de Now!, Santiago nos trasmitió su osadía, su aventura, su respeto a cada quien».
Luciano Castillo