jueves, 5 de septiembre de 2013





CARTA DE PEDRAZA GINORI, QUIEN FUERA UNO DE LOS GRANDES DIRECTORES DE LA TV CUBANA DURANTE MUCHOS AÑOS. A JUAN PADRÓN, DIRECTOR DE PELÍCULAS  DE DIBUJOS ANIMADOS  CUBANAS.J

CARTA A JUAN PADRÓN, POR SI ACASO.

Juan Padrón, nacido en 1947, es caricaturista, realizador de dibujos anima ilustrador, historietista, guionista y director de cine.

Galicia, 5 de septiembre de 2013

Sr. Juan Padrón,
La Habana,
Cuba.

Estimado Padroncito:

    Espero que al recibo de la presente, te encuentres bien en compañía de los tuyos. Por acá, vamos tirando. Mi esposa Loly Buján y yo seguimos viviendo en España, este país acogedor en el que nos plantamos hace 21 años. Ya nos hemos jubilado y estamos más tranquilos que estate quieto.

    Hace tiempo que he estado por escribirte pero por h o por b lo he ido dejando para más adelante. Creo que ha llegado la hora de que ese “más adelante” se convierta en hoy y te suelte la descarga que te tenía guardada.

    Mientras viví allá, no establecimos amistad en el sentido hondo que yo le doy a esa palabra. Fuimos condiscípulos en los 70, cuando juntos estudiábamos Historia del Arte en aquellos cursos nocturnos para trabajadores que pusieron, al fin, un diploma universitario en nuestras manos y añadieron una línea a nuestros currículums. Allí, en las aulas y pasillos de la Facultad de Artes y Letras nos conocimos, charlamos alguna que otra vez y creo que nos caímos bien mutuamente. Entonces, eso fue todo. Después, en contadas ocasiones, nos encontramos en la Cinemateca, en la UNEAC, aquí o allá y, como es natural entre conocidos, nos saludamos e intercambiamos un par de frases. Pero de ahí no pasamos.

    A lo largo de muchos años, he seguido tu carrera y he disfrutado como no te imaginas con tus personajes. Me he divertido muchísimo con tus verdugos, tus mambises, tus panchos, con tus filminutos, con ese mundo prodigioso que fuiste creando a tu alrededor, fruto de tu talento creativo y de, estoy seguro, muchas horas de insomnio y trabajo. De la saga de Elpidio, ¿qué te puedo decir que no te hayan dicho ya? Por eso, con permiso de María Silvia y Resoplez, en esta ocasión voy a centrarme en “Vampiros en La Habana”.


    Porque eres un tipo sencillo que no está en ná, porque en el fondo sigues siendo un guajirito matancero que un día se puso a pintar garabatos, supongo que todavía no entiendas demasiado bien por qué eres famoso y a qué coño se debe que todo el mundo hable bien de ti. Te va a parecer una exageración mía pero creo firmemente que la historia de nuestra cultura no sería la misma sin ti y que ahí estás, por derecho propio, sentado en el mismo palco que Guillén, Carpentier, Matamoros, Titón y Lecuona, cantando vidaaaaaa con el Benny, conversando de tú a tú con Lam, Pérez Prado, Félix Pita, Leopoldo Trespatines, Roig, Celia y Alicia, saboreando el bajo de Cachao y la flauta de Richard. Ahí, ahí mismitico, junto a Marta Valdés, Miravalles, la Burke, Álvarez Guedes, Formell… En fin, integrando el Team Cuba.     

    En La Habana, cada vez que te veía, la timidez y el miedo al ridículo que siente un fulano normal en presencia de un genio me impedían decirte lo que he escrito en el párrafo anterior. Me parecía que quedaría ante ti como una quinceañera que le pide un autógrafo a su ídolo. Esa estúpida autocensura que nos impide expresar lo que sentimos y ese patético cuidarnos la boca para que los demás no nos minusvaloren, evitaron que conocieras la admiración extraordinaria que siento por ti y por tu obra.

    Gracias a ti, sé lo que siente un loco cuando suelta una de las suyas y le miran raro. Cada vez que, en Cuba o en España, he afirmado que “Vampiros en La Habana” (la primera) es el mejor largometraje de la historia del cine, he sentido esa mirada condescendiente que me perdona la vida. Pero siempre he salido al paso y me he pasado un rato tratando de convencer a la gente de que lo que digo es la pura verdad. Durante varios años, todos mis compañeros de trabajo españoles, incluyendo los que tuve en un festival de cine –y ya sabes cómo son de tiquismiquis los del gremio-, se tuvieron que disparar tu filme, porque les hice llegar el dvd y les insistí para que lo vieran y analizaran antes de objetar mi valoración. Hasta ahora, ni uno se ha pasado a mi bando (algo extremista, ya lo sé) pero hay que comprenderlos, son personas que no conocen a la Aragón y a Van Van ni se han reído con Cheo Malanga, que no saben qué debe comprar Catalina cuando la yuca se le está pasando ni se han montado en un camello a las tres de la tarde, seres carentes del nivel de cubanidad en vena que hay que tener para justipreciar la historia del Vampisol. Allá ellos, los pobres.

    No la mejor de dibujos animados, no la mejor cubana o latinoamericana, no la mejor de temática vampírica, no la mejor comedia, no la del mejor guión. Tengo todo un cuerpo de ideas para defender mi tesis de que tu película es la mejor y más completa en términos absolutos desde que los Lumiere inventaron el invento. Mi criterio no se basa sólo en sus logros formales o de contenido, que los tiene porque si no fuera así sus muchísimos fans de otros países, que no saben ni papa de Cuba, hubieran pasado olímpicamente de ella. Voy más allá de lo estrictamente cinematográfico para adentrarme en las siempre cenagosas discusiones sobre la función social del creador, sobre si el arte debe ser útil o no. Yo me apunto a que sí. Uso ése y otros argumentos para destacar la grandeza de tu filme. Con él demostraste que, si se es honesto y legítimo, mientras más local se sea, más universal se es. No existe hasta hoy en ninguna cinematografía, otra cinta que haya superado a "Vampiros..." en saber llevar su mensaje a públicos extranjeros. Al menos, no la conozco. Y en cuanto a los cubanos, sus espectadores naturales, ninguna nos ha hecho pasar un rato más entretenido, ni ha conectado más con nuestra idiosincrasia, ni nos ha provocado más orgullo de pertenecer a nuestra gente que, esté donde esté y piense cómo piense, en el fondo desea que no haya tiranías, que podamos chupar a cualquier hora y que nos dé el sol en el rostro sin que sus rayos nos disuelvan.

    Aunque nacido en un frío país europeo de noches tormentosas, el trompetista Pepe Joseph Pepito es el cubano más cubano que haya aparecido en una pantalla de cine. Más auténtico que el Tomás de Llauradó, el Diego de “Fresa y chocolate” y todos los que han interpretado Mirta Ibarra y Eguren juntos, que ya es decir. Yo he conocido en persona a Lola, a los tres amigos de Pepe y al Capitán tarrúo. Fueron mis vecinos, mis amigos, estaban dentro de mí mucho antes de que los dibujaras. George Raft y Vito Corleone son niños de teta, malos de mentiritas, incapaces de producir el miedo que me inspira una sola imagen de tu Al Tapone. Tus maravillosos personajes aparecieron en aquella segunda mitad de los 80 en que todo comenzó a precipitarse barranca abajo y sin freno, en que necesitábamos muy mucho que nos hicieran olvidar, aunque fuera por un rato, la cruda realidad que vivíamos en la isla. Sacudidos por la libreta, los apagones, la vivienda en mal estado, la guagua que nunca llegaba, las decepciones generalizadas, las verdades convertidas en mentiras y el futuro luminoso que cada día se veía más lejano, en aquellos tiempos en que nos desangrábamos como nación y gritar ¡¡¡enfermeraaaa!!! era peligroso e inútil, tú y tu equipo supieron conectar perfectamente con nosotros, el público a quien iba dirigida tu película, de una forma que ya quisieran para un día de fiesta Einsenstein, Welles, Wilder, Wajda, DeSica y otros célebres compañeros tuyos de profesión.

    Por favor, no pienses por un instante que la nostalgia me ha tostado o que intento cogerte pal trajín. Te puedo asegurar que, tanto en nuestra tierra como en el exilio, no he encontrado un solo compatriota que no vacile “Vampiros…”, que no la tenga entre sus favoritas, al que no se le ilumine el rostro con una sonrisa cuando la menciono, que no ame a Lolita, que no sepa qué significa ¡Páwata, Páwata! y que no disfrute ese numerito de la adúltera mujer del capitán jodiendo en la bañadera con Pepe y su trompeta burbujeante. Para mí, la escena más sexy que se haya filmado jamás.

    Fundamental para alcanzar la excelencia fue el piquete que te acompañó. Mayito García-Montes y los demás animadores, los actores en estado de gracia, Adalberto, Rembert, Arturo Sandoval, la editora Rosa María, tu hermano Ernesto, en fin, todos deben estar satisfechos de haberte acompañado en esta aventura. Uno para todos y todos para uno, como debe ser. Si yo fuera uno de ellos, andaría por ahí pegado al techo, presumiendo el día entero.

    Reclamo estar entre los primeros dos o tres fanáticos acérrimos de tu película. La fui a ver al cine cuando se estrenó y salí cantando que había que pasar por batidora la fórmula del corazón de lagarto y el toquecito de ají y sospechando que ése que caminaba a mi lado podía ser un vampiro. Pocos días después, llevé a mis pequeños hijos a verla y les inoculé el virus. Corrí a felicitar a mi compañero Frank González por haber participado en el equipo que la hizo. Y, aunque no lo recuerdo con precisión porque la memoria es una cabrona, seguramente en cuanto coincidí contigo te dije que me había gustado mucho.

    Achaco al síndrome de Antonioni y a la diarrea mental que durante años tuvieron secuestrados a buena parte de los críticos cubanos de cine y de los dirigentes del ICAIC, el hecho de que la subvaloraran al principio. No comprendieron que vampiros éramos todos, que el tío y el sobrino luchaban por nosotros cuando se enfrentaban a lo peor de Chicago, Düsseldorf y La Habana, a los que siempre han querido machacarnos para someternos y así enriquecerse. Wolfgang, el científico altruista que crea y regala su fórmula. Pepito, el político que combate a la dictadura. Coño, si estaba clarito Juan, si lo que hiciste fue aplicar lo que habíamos estudiado en la universidad sobre la interrelación entre forma, contenido y mensaje.

    Pero la miopía culturosa no les permitió darse cuenta de la gran alegoría que habías creado porque pusiste a reír al personal, utilizaste el ritmo de son e ignoraste el discurso panfletario. No valoraron el ejemplo que diste a los cineastas pobres al meterle una patá en los huevos a los grandes presupuestos de Disney. No avizoraron que sería un clásico, que se convertiría en el filme cubano más apreciado y visto en el extranjero y que lograría el no va más: que una película de culto fuese a la vez popular. Si hubiesen tenido dos dedos de frente, habrían salido corriendo por las calles, gritando alborozados que ya teníamos una nueva “Lucía”, que nuestro cine había producido una segunda obra maestra.

    Debe haber sido en 1992 o en el 93. Ya había cruzado el charco y vi el anuncio de que la 2 de Televisión Española iba a transmitir “Vampiros en La Habana”. Aquella noche preparé el VHS en casa y la grabé completa. La calidad no fue muy buena pero a mí no me importó. La ví un montón de veces, algunas por puro placer y no pocas para evitar que el gorrión del destierro se posara sobre mi hombro. Aún conservo aquella grabación que, en cuanto pude, convertí a digital y copié una y otra vez para regalársela a mis amigos en una acción que era piratería pura y dura pero que yo autojustifiqué calificándola como de divulgación cultural y que espero me perdones.

    Mi hijo adolescente y yo nos la echamos tantas veces que memorizamos los diálogos más simpáticos, que es como decir que prácticamente nos aprendimos de memoria la película. Y los repetíamos entre nosotros, cagándonos de risa cada vez que lo hacíamos. No sabes cómo me ayudaste en la difícil tarea de lograr que él, rodeado de gallegos por todas partes, no perdiera sus raíces.

Querido Padrón:

    Dice Internet que te han entregado sepetecientos premios, órdenes y medallas. En tu casa debe haber varias vitrinas repletas de reconocimientos. Por tener, tienes hasta un bar dedicado a Pepito (allá le dicen “centro cultural” ja, ja, ja). Y eso me alegra, no siempre ocurre así en vida de los creadores. Pero por encima de las instituciones y festivales que te han distinguido, muy por encima, está el galardón que te ha dado tu gente cubana dondequiera que vive y lucha el día a día, en Aguacate y Amsterdam, en Camagüey y Madrid, en Miami, Roma y poripallá en cada rincón de la tierra en que haya una banderita nuestra colgada en la pared. Aunque muchos no recuerden tu nombre, te llevan en sus corazones. Eres el de los vampiros, el de Elpidio, Palmiche y el tren militar, el de los filminutos, el que por encima de las ideologías y las divisiones, logró la hazaña de unirnos de una manera que no se le ocurrió ni al que asó la manteca, de la forma más extraña que se haya unido a un pueblo partido en dos: pintando muñequitos graciosos.

    En el próximo octubre cumpliré 75 tacos. Aunque dice un reciente chequeo médico que estoy cancha, existe una realidad inexorable que se llama “ley natural” y creo que estoy en la parte alta de la octava entrada, que a mi juego le quedan unos cuantos outs más y después las luces del estadio se apagarán. Con suerte, habrá un empate y el manager me dejará pitchear algo en extrainnings.

    Por eso y porque alguien me ha contado que has estado un poco pachucho de salud, creí mi deber dirigirte esta carta ahora, cuando la puedo escribir y cuando la puedes leer. Por si acaso. Desde mi punto de vista, sería lamentable que uno de los dos se pirara de este mundo y te quedaras sin recibir mis más profundos sentimientos de gratitud y respeto.

Gracias, artista, muchas gracias.

Un abrazo,

Ginori 


viernes, 31 de mayo de 2013

SOBRE LA ACTUALIDAD DEL AUDIOVISUAL CUBANO.

SOBRE LA ACTUALIDAD DEL AUDIOVISUAL CUBANO.
Por Dean Luis Reyes


El Instituto Cubano de Artes e Industria Cinematográficos (ICAIC) ha sido, desde su fundación en 1959, el principal centro de producción y el rector de la política de exhibición y distribución de cine en las salas cub
anas. Si bien su dinámica de producción casi se detuvo a mediados de la década final del siglo pasado y comenzó una lenta recuperación durante la primera del XXI, en los últimos tiempos la cartelera de estrenos es cada vez más rica y abundante.

Hacia mediados de los años 2000, la cantidad de largometrajes de ficción producidos y estrenados en Cuba comenzó a estabilizarse en un promedio de cinco títulos anuales. Mas, justo en 2005, la mitad de las cuatro producciones nacionales del año se acogieron a formas no tradicionales de producción: la realización independiente de los centros habituales y la coproducción entre distintas entidades de carácter cultural o no. Son los casos de Viva Cuba (Juan Carlos Cremata), largo realizado con un diseño de producción alternativo, y Frutas en el café (Humberto Padrón), primer largo cubano realizado con capital privado y sin vínculo en general con las instituciones estatales.

Desde entonces hasta hoy, los largometrajes cubanos se han visto beneficiados por intercambios y colaboraciones entre diversas fuentes de financiamiento y patrocinio. La tecnología digital facilitó los esquemas flexibles y baratos de producción y el panorama de creación se ha visto inundado por decenas de nuevas voces que destacan en el cortometraje de ficción, el documental (cuya producción de mediometrajes crece, no solo a manos de los jóvenes, sino también de creadores de experiencia como Gloria Rolando y Enrique Colina) y la animación.

Pero a inicios de esta década se produce un incremento notable de nuevos filmes cuya circulación no sigue la ruta crítica natural para encontrar su público. El modelo tradicional de premier en festivales (sobre todo el de diciembre o la Muestra Joven), estreno en salas y paso al circuito nacional de salas de video y, con suerte, un pase por la televisión nacional, no se cumple para todos los títulos por igual.

En 2010, por ejemplo, de los seis estrenos cubanos, dos de ellos ni siquiera merecieron estrenos nacionales. Molina´s Ferozz (Jorge Molina, 2010), no pasó de competir en el Festival Internacional del Nuevo Cine latinoamericano de La Habana. Por su parte, Memorias del desarrollo (Miguel Coyula, 2010), que mereciera el lauro principal del Havana Film Festival de Nueva York y luego arrasara con los premios de ficción en la Muestra Joven, ni siquiera tuvo algún pase o estreno posterior. También en 2010, una producción independiente como Afinidades (Jorge Perugorría y Vladimir Cruz), sí fue estrenada en Cuba como Dios manda.

Así que he hecho un poco de tarea en casa. Me he dedicado a revisar las Carteleras de Cine y Video que el ICAIC publica mensualmente con la información de los estrenos en salas de cine nacionales para tratar de entender. Y para explicarme mejor. Tomé como marco temporal de indagación el último año y un tercio de este. Veamos.

En enero de 2012 solo hubo un estreno: Vinci (Eduardo del Llano), ópera prima que siguió el rumbo habitual de las películas cubanas: estreno de gala en el Chaplin (por mucho, la mejor sala del país), con mucha promoción desde los medios de difusión. Entre el 14 y el 18 de enero estuvo en esa sede y de ahí pasó al circuito de estreno (léase la mayoría de los cines que permanecen ofreciendo una programación estable en la ciudad capital: Yara, Acapulco, Payret, Alameda, Lido, Ambassador, Regla, Continental, Carral, Sierra Maestra), además de la sala 1 del Multicine Infanta, donde permaneció hasta el primero de febrero.
En febrero, el estreno cubano fue Fábula (Lester Hamlet). Entre el 3 y 8 estuvo en el Chaplin (ojo: esto supone una ración de dos tandas diarias solamente: 5 y 8 pm). Extrañamente, de ahí pasó a la sala 1 del Multicine Infanta, donde permaneció entre el 9 y el 22. Durante ese mismo período, en el susodicho circuito de estreno (salas populares, algunas de considerable aforo y hasta cinco tandas diarias) se estrenaba Un cuento chino (Argentina), Vers le sud (Francia) y Drive (EE.UU.), a razón de una semana para cada una.
Extrañamente, ese mismo febrero Verde verde (Enrique Pineda Barnet) recibía un limitadísimo estreno: primero, en el Chaplin entre el 16 y el 22; luego, en el cine 23 y 12, donde permaneció entre el 23 y el 29 –este último cine solo ofrece dos tandas diarias entre lunes y viernes, pues los fines de semana tiene programación para niños y actividades no cinematográficas.

En marzo hubo un solo estreno nacional: el documental de Enrique Colina Los bolos en Cuba (del 1 al 7 en la sala 1 del Multicine Infanta, con dos tandas diarias: 5 y 8 pm). En abril se produjo el lanzamiento más dispendioso del cine cubano del año: Y sin embargo... (Rudy Mora). Entre el 3 y el 25 de mayo estuvo como título central del circuito de estreno, más la sala 1 del Multicine Infanta (del 12 al 26) y otra temporada en el 23 y 12 (del 24 de abril al 9 de mayo).

Justo en mayo ocurrió el esperado estreno de la película cubana más reconocida de los últimos tiempos en el mundo: la realización de Producciones de la 5ta Avenida y la española La Zanfoña Juan de los Muertos (Alejandro Brugués). Se puso solo en los dos principales cine del circuito de estreno (Yara y Payret) entre el 17 y el 30 de ese mes. Extrañamente, no se exhibió más, ni siquiera cuando, a la altura de febrero de 2013, obtuvo el Goya a la mejor película iberoamericana estrenada en España.

En junio vio la luz en el Chaplin (del 7 al 10) la ópera prima de Carlos Machado La piscina; de ahí pasó al Multicine Infanta –siempre en la sala 1, entre el 14 y el 20. Mientras, en el Yara se estrenaban por esa misma fecha La piel que habito (España) y Sherlock Holmes 2 (EE.UU.). Un caso mucho más raro es el de Chamaco (Juan Carlos Cremata), cuya premier en el Chaplin cubrió entre el 12 y el 17, para de ahí pasar al 23 y 12, del 18 al 27.

En julio, el único largo cubano de ficción fue Amor crónico, la segunda película de Jorge Perugorría (entre 14 y 18 en todo el circuito de estreno). Al mes siguiente, Irremediablemente juntos (Jorge Luis Sánchez) compartió el circuito de estreno y la sala 1 del Multicine Infanta entre el 2 y el 15. Verde verde tuvo una reaparición en la bendita sala 1 entre 16 y 22.

En septiembre, Los desastres de la guerra (Tomás Piard) fue al Chaplin (entre 26 y 30), para exhibirse entre el 4 y el 10 de octubre en los cines Yara y Acapulco. Del 11 al 17 estuvo en la sala 4 del Infanta. En octubre ocurrió el estreno de Penumbras (Charlie Medina) como sigue: Chaplin (9 al 11), circuito de estreno (11 al 17) y sala 4 del Infanta (18 al 21 y también el 27).

Entre noviembre y diciembre no hubo largos de ficción cubanos, aunque sí una larga lista de estrenos de cortos y mediometrajes, sobre todo documentales, acompañando títulos extranjeros como The Amazing Spiderman (EE.UU.), Citizen Gangster (EE.UU.) o El adversario (Francia). Ello redundó en una presencia más diversa para el audiovisual cubano actual. Entre los títulos exhibidos están El otro Lezama. Crónicas (Miguel Torres), Uno al otro (Milena Almira), Cuba roja, capítulo 1 (Ismael Perdomo), La conjura de Aponte (Regino Oliver), 1912: voces para un silencio (Gloria Rolando), Luneta nro. 1 (Rebeca Chávez), Un siglo del Vedado (Cristina Fernández, Carlos León), Copa y espada (Lourdes de los Santos), La certeza (Armando Capó), Habana del Centro: ensueño de sombras (Lourdes Prieto), La luna en el jardín (Adanoe Lima, Yemelí Cruz), El camarón encantado (Olivia Cordovés), Las Terrazas, boceto de un Paraíso (Ernesto Pérez Zambrano), así como varios documentales de la serie coordinada por Rigoberto Senarega Ojos que te miran.

Aparte de las calidades dispares de esta selección, su presencia sobre todo en alguna de las salas del Multicine Infanta por períodos cortos o medianos ha ofrecido la oportunidad de apreciar obras que, fuera de tales marcos, no encuentran espacios de exhibición. Es conocido el descontento generalizado de muchos creadores locales que consideran un gueto la sección "Hecho en Cuba", del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, donde su obra se pierde entre una oferta inmensa para apenas 10 días.

De lo anterior se desprende la importancia de esta clase de ventanas de exhibición. La intensidad de la producción audiovisual cubana justifica incluso que en el Multicine Infanta se programara, justo después del Festival de diciembre de 2012 y en su sala 1 (dónde si no), una muestra titulada "Cita con el (re)encuentro". Entre el 11 y el 14 se repusieron títulos nacionales recientes, como Los desastres de la guerra, Vinci, Y sin embargo..., La piscina, junto a otros de años anteriores, como José Martí, el ojo del canario (Fernando Pérez), Habanastation (Ian Padrón), Marina (Enrique Álvarez), Boleto al Paraíso (Gerardo Chijona), Casa vieja (Lester Hamlet), Larga distancia (Esteban Insausti), En el cuerpo equivocado (Marilyn Solaya), El premio flaco (Juan Carlos Cremata), Ciudad en rojo (Rebeca Chávez), El cuerno de la abundancia (Juan Carlos Tabío) y Los dioses rotos (Ernesto Daranas). Y por último, ¿adivinen cuál?: Verde verde.
Comenzando 2013, se produjo el estreno masivo de La película de Ana (Daniel Díaz Torres), como sigue: Chaplin, circuito de estreno y sala 1 del Infanta (del 17 al 30), más un período del 30 de enero al 6 de febrero solo en Yara, Payret y Acapulco. Casi de inmediato, el 21 de febrero se estrena Esther en alguna parte (Gerardo Chijona): hasta el 20 de marzo en el circuito de estreno –todo un mes- y sala 1 del Infanta. El 25 de marzo el Chaplin acogería el estreno del último largo cubano que anoto en mi pesquisa: Si vas a comer, espera por Virgilio (Tomás Piard), el cual permaneció hasta el 12 de abril en el Infanta.

De este recorrido salen varias conclusiones:
1. La catedral del cine cubano es ahora mismo la sala 1 del Multicine Infanta. Allí se exhibe todo –o casi- y ante su reducido lunetario muchos directores de documentales y animados tienen el chance de verle la cara a su público.

2. La exhibición y circulación de cortos y mediometrajes se va convirtiendo en una realidad. Justo en febrero, la sala 1 del Infanta estrenaba De agua dulce (Damián Saínz), El Evangelio según Ramiro (Juan Carlos Sáenz) y Gira (Ernesto Sánchez), tres documentales de realizadores muy jóvenes, al igual que el animado El maestrico (Isis Chaviano).

3. Solo tres títulos merecieron un estreno vigoroso en el período analizado: Y sin embargo..., La película de Ana y Esther en alguna parte. Otras obtuvieron una ventana reducidísima (Chamaco, La piscina, Fábula). Y con otras no hay cómo explicar su exhibición dispersa y sin criterio: Verde verde volvía a reaparecer (sí, no hay que asombrarse) en marzo de 2013, entre los días 7 y 13, en la sala 4 del Multicine Infanta.
Algunos criterios invocan la racionalidad comercial para esta clase de criterio de programación, algo difícil de asegurar ante las salas de cine en Cuba, cuyo impacto económico es ínfimo. Luego, si ese fuera el juicio dominante para bajar y subir películas de cartel o dar a unas un mes en salas y a otras apenas una semana: ¿qué justifica el estreno de Juan de los Muertos –el título coronado en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana de diciembre previo como "Filme más popular"- justo antes de las vacaciones de verano, para sacarlo el mismo mayo de las salas? ¿Y la exhibición exigua de Fábula, después del impacto público que había tenido el título anterior de su director, Casa vieja –que sí se mostró una temporada en el Yara? Si pensamos en el público como un animal hambriento de transgresiones, ¿por qué no se estrenó entonces Molina´s Ferozz, con su carga de violencia y sexo?

Si bien no es mi interés establecer un análisis comparativo de la calidad del cine cubano que se exhibe, sino hacer visible el panorama real de acceso de esos títulos a su público natural, nótese que obras de calidad precaria han disfrutado de circulación amplia, en detrimento de otras más redondas.

De lo anterior se desprende que la política de exhibición cinematográfica que impera hoy en Cuba es inarmónica con el panorama de producción que tenemos. Me permito incluso sugerir que la excepción cultural que esta pretende defender es dudosa: algunos de los títulos legitimados por la crítica cubana –y algunos festivales extranjeros: véase el caso de La piscina o Camionero (corto de Sebastián Miló)- de los últimos tiempos no encuentran acomodo merecido en ningún programa. Al director de Memorias del desarrollo ni siquiera se le propuso en su momento estrenar en Cuba. A Carlos Lechuga le ocurre otro tanto hoy mismo con su opera prima Melaza.

Y si se piensa que mi análisis es tendencioso o sesgado, véase la lista de películas que, más allá de la geografía capitalina o vedadense, han circulado a través de las redes estatales de todo el país –o sea, circuito nacional de estreno y red de videotecas- entre enero de 2012 y marzo de 2013. Adviértase en ella algunas de las ausencias que aquí noto (empezando por Verde verde, faltaría más). La relación es como sigue, en orden cronológico: Vinci, Los bolos en Cuba, Y sin embargo..., La piscina, Amor crónico, Irremediablemente juntos, Los desastres de la guerra, Penumbras, Larga distancia, La película de Ana y Esther en alguna parte. Además, los cortos y mediometrajes El otro Lezama. Crónicas, Copa y espada, De tal Eduardo tal Arocha, La certeza, Mi vida en una guitarra, Habana del Centro, elogio de sombras, María Eugenia Barrios: la voz lírica de Cuba, El camarón encantado, Las Terrazas, boceto de un Paraíso, Ojos que te miran (capítulos "Manos a la obra" y "Entre-redes"), El maestrico, La luna en el jardín, De agua dulce, Gira, El Evangelio según Ramiro, Un siglo del Vedado e Historia de un ballet.

jueves, 2 de mayo de 2013


STOP - MOTION  ó  FRAME  BY  FRAME ?
J. Pucheux.

Hace ya años, en mi época analógica del cine, cuando se necesitaba que en una escena cualquiera, la imagen de congelarla, se detuviera como una foto, tanto en imágenes reales como en animaciones, dibujadas o de marionetas, se le llamaba por todo el mundo STOP MOTIONS. Hoy día me llama siempre la atención,  en las escuelas donde se suele enseñar audiovisuales, que todos se refieren a la realización de imágenes animadas, llamándole a la técnica a usar, STOP MOTION, cuando en realidad lo correcto sería usar el nombre de FRAME BY FRAME (Cuadro por cuadro).  
Es posible que esta manera de llamar a la técnica de animación como Stop Motion se deba a que en muchos sitios de la Web  han estado apareciendo textos como este,-"El stop-motion es una técnica de animación que consiste en aparentar el movimiento de objetos estáticos capturando fotografías. En general se denomina animaciones de stop-motion a las que no entran en la categoría de dibujo animado, esto es, que no fueron dibujadas ni pintadas, sino que fueron creadas tomando imágenes de la realidad"-  Esto ha hecho posible, que al pasar el tiempo, haya  causado confusión.  
Acaso no es lo mismo fotografiar un dibujo cuadro por cuadro, a una marioneta o a un objeto cualquiera para lograr una animación ?
Me pregunto, entre los especialistas hoy que realizan durante la etapa final de Post producción los efectos visuales de un filme, cómo le llaman a congelar una imagen ?
Será que los tiempos han cambiado tanto, tanto, que ya nadie usa el término STOP - MOTION  ?
Realmente, sin aparentar ser contrario a los avances tecnológicos digitales, sigo siendo algo ANALÓGICO  y  a mucha  honrra ¡¡¡¡.

martes, 9 de abril de 2013


SITUACIÓN MUY COMÚN EN OTRAS REGIONES DE AMÉRICA LATINA.


¿DOCUMENTAL VERSUS FICCIÓN?: OTRA MIRADA A LA MUESTRA DE AUDIOVISUAL JOVEN EN CUBA.

En esta reflexión publicada en el Bisiesto de la Muestra del ICAIC que recién ha finalizado, el autor afirma: “La lucha no es entre el documental y la ficción, sino entre diferentes mecanismos de producción y financiamiento. Hay que encontrar nuevas maneras, crear espacios y oportunidades alternativas, y realmente pensar el audiovisual como arte e industria, buscando caminos para la exhibición y comercialización de nuestras obras. Así no solo habrá más ficciones, sino también mejores documentales”.
¿DOCUMENTAL VERSUS FICCIÓN?
Por Pedro Luis Rodríguez González
Quien haya observado detenidamente el devenir de la Muestra en los últimos años, pudiera encontrar como un rasgo del evento la preeminencia del género documental (tanto desde la calidad artística, como si observamos la cantidad de materiales presentados).
Frecuentemente encontramos, entre las obras en concurso, documentales diversos, provenientes de diferentes partes de la isla, con relatos y personajes muy atractivos, con agudeza política, con miradas bien personales sobre nuestra sociedad y también sobre temas universales. Pero en las ficciones no ocurre lo mismo.
Cuando una idea, una historia es abordada desde la ficción, comienzan a hacerse más visibles nuestra falta de oficio, nuestros baches dramatúrgicos, nuestras deficiencias para dominar las leyes del lenguaje cinematográfico… y claro está, nuestros problemas de presupuesto y de condiciones de producción.
No es que el documental sea más fácil, sino que en él la mayoría de los jóvenes se sienten más cómodos, porque logran canalizar más rápido sus necesidades de expresión y transmitir el mensaje de forma más directa. Además, el documental se nutre directamente de la realidad: con una buena historia o personaje, un realizador talentoso tiene en la vida misma todo el material que necesita para transmitir su discurso.
La ficción implica una reconstrucción, una creación desde cero, la búsqueda de una necesaria verosimilitud, para lo cual se necesitan más herramientas. Por ejemplo, la etapa de pre-filmación en un documental se destina a la investigación y a la escritura del pre-guión. Mientras que en la ficción constituye un momento decisivo; porque además de ensayar con los actores, tienes que trabajar con tus especialistas de fotografía, sonido y arte, para crear la atmósfera de tu futura puesta en escena y organizar un rodaje que debe funcionar como un mecanismo de reloj.
No se debe perder de vista que la ficción depende de dos elementos sin los cuales no se puede garantizar el menor éxito: un buen guión y buenas actuaciones. Y fíjense que hablo no de buenos actores, sino de buenas actuaciones, porque se dan casos en que actores de primera línea resultan un fiasco por no estar bien dirigidos. A dichos actores los tienes que vestir, maquillar, peinar, ponerlos a vivir en una locación, con la escenografía y la ambientación adecuadas para que caractericen a sus personajes. Todo eso está resuelto en un documental cuando encuentras al personaje adecuado.
Aunque te sepas al dedillo todos los libros de Stanislavski y creas que sabes aplicarlos, esta especialidad solo se aprende en la práctica, porque cada personaje y cada actor requieren de un trabajo diferenciado a partir de patrones generales en cuanto a método.
Claro que puede ocurrir que un director joven logre comunicarse rápidamente con los actores e inspirarles la confianza suficiente como para que se entreguen sin reservas a la construcción de sus personajes, pero eso sería una rara avis.
Sin embargo, no es  imprescindible ser tocado por ese don para, con perseverancia y dedicación, conseguir buenos resultados; pero sí se debe trabajar con frecuencia y eso a veces no está dentro de las posibilidades de los realizadores jóvenes. Creo que la carta de triunfo es entender que dirigir actores es una de las especialidades más difíciles en el audiovisual. Si lo entiendes y quieres hacer bien tu trabajo, entonces buscarás la manera de prepararte para hacerlo mejor en cada oportunidad que tengas.
Pasando al tema del guión, para nadie es un secreto que es el talón de Aquiles del cine joven cubano y poco se hace para solucionarlo. En la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (EICTV) es donde único se gradúan especialistas de este tipo. En la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual (FAMCA) del Instituto Superior de Arte (ISA), el guion se estudia como una asignatura complementaria en cada año de la carrera, pero no existe la Licenciatura en Guion. Los estudiantes aprenden a hacer guiones porque los necesitan para hacer ejercicios prácticos, pero no cuentan con un especialista en la materia dentro del equipo de realización. Además, la marcada tendencia en nuestro audiovisual hacia el cine de autor y la «inevitable condición» de ser guionista y director al mismo tiempo, tampoco ayuda a la formación de expertos en este difícil arte de escribir historias. Es por esto que con gran frecuencia encontramos obras de ficción con falta de rigor dramatúrgico, con estructuras fallidas y cabos sueltos, buenas ideas que naufragan antes de los créditos finales.
A pesar de que en la 12ma. Muestra ha ocurrido un aparente cambio en la correlación de fuerzas (entre la cantidad de documentales y ficciones), debemos mirar más allá de los números para darnos cuenta de que la situación no es muy diferente. La presente edición ha incluido obras provenientes de nuevos proyectos, los cuales fomentan la realización de cortos de ficción y en esto radica la diferencia numérica. Estos talleres de experimentación, donde existen pautas o condicionantes de producción sobre las cuales los autores tienen que realizar su cortometraje, son excelentes ejercicios creativos que ayudan a ganar experiencia, pero ¿se obtienen realmente obras pensadas, elaboradas y terminadas?
Pienso que el tema fundamental para analizar la predisposición de los jóvenes realizadores hacia el documental, radica en las condiciones de producción en las que se hace audiovisual hoy en Cuba.
Por lo general, los presupuestos para ficción son necesariamente mayores y la cantidad de especialistas que requieres para contar una historia triplican a los que necesitas para un documental. Se necesita más equipamiento técnico, más transporte, más alimentación, más días de rodaje… Lograr todo esto es bien difícil, pero la salida no puede ser cruzarse de brazos y resignarse.
La lucha no es entre el documental y la ficción, sino entre diferentes mecanismos de producción y financiamiento. Hay que encontrar nuevas maneras, crear espacios y oportunidades alternativas, y realmente pensar el audiovisual como arte e industria, buscando caminos para la exhibición y comercialización de nuestras obras. Así no solo habrá más ficciones, sino también mejores documentales.

jueves, 7 de febrero de 2013


MIRAR AL PASADO.
J. Pucheux.

A veces resulta reconfortante mirar al pasado, para recordar cosas agradables. Y eso fue justamente lo que hice en el día de ayer. Gracias a un mensaje del amigo Francisco  Puñal - quien reside desde hace años en España - y con quien tuve la suerte de haber trabajado para sus Noticieros y Documentales  en el ICAIC  de los 80’s y 90’s, pude ver en internet   el documental “Salut les cubains” de la  famosa cineasta francesa, Agnés  Varda, realizado en Cuba en 1963. 
Viéndolo y disfrutándolo desde el punto de vista de la utilización  del lenguaje cinematográfico empleado entonces por Varda, me hizo recordar mis primeras incursiones en el manejo de éste.  Recordé aquellos  días en que  Agnés  y otro director de la magnitud de  Chris Marker, viajaron a La Habana de la época, impresionados todos por los acontecimientos políticos y sociales que la Revolución Cubana había comenzado a implementar. 
Tanto Agnés como Chris, mantuvieron contactos con los cineastas cubanos  y en  aquellos encuentros,  poco a poco, se comenzaron a analizar sus proyectos, discutiéndolos  en cine debates (casi obligatorios para todos nosotros) fueran directores, camarógrafos, sonidistas, productores, animadores, diseñadores de imagen y efectos visuales, en donde yo me especializaba. Junto a mí, siempre estaban  Adalberto Hernández  y  Pepín Rodríguez- camarógrafos-  quienes eran entonces los más aventajados de todo el grupo en el área de  trucaje y animación.
Recuerdo que en estos  Cine-debates  participábamos,  permitiéndonos  el poder conocernos cada vez más  no solo en lo personal, sino en lo profesional. El saber los gustos de cada uno, sus tendencias en el trabajo de la dirección de la fotografía - por ejemplo- fue determinante para nuestro pequeño equipo, para definir la manera en que comenzamos a trabajar en esta especialidad, que recién había sido creada por el ICAIC, en un nuevo departamento llamado en sus inicios Animación Especial. Posteriormente y debido a  la calidad de nuestro trabajo en grandes proyectos, pasó a llamarse Estudios de Diseño, Animación y Trucaje. 
Lo cierto fue que en estos encuentros con Agnés, Chris, y otros grandes cineastas de la época, que visitaron la Isla,  fuimos aprendiendo  cómo trabajar el lenguaje; el uso, por ejemplo, de la  fotoanimación  y de la truca.  Lenguaje que, a partir de ese momento se convertiría en una nueva estética de la imagen en casi todo el cine documental  cubano de la época. 
Fue para mí, justo este documental, llamado “ Salut les cubains” , junto a  “La jette” , los que me dejaron esa necesidad de buscar y experimentar en el uso del lenguaje cinematográfico.   Con el descubrimiento  de ese concepto que, obviamente no solo  se refería a las fotoanimaciones y trucajes, nos llevó a la necesidad de profundizar nuestra preparación  para lograr grandes propuestas creativas.
Se que tanto los aportes de  Agnés y  Chris, como los de  Norman Mclaren y Therdore Christensen fueron determinantes , al menos para nuestro naciente grupo creativo. Fue la época donde realizamos los documentales Now y L.B.J. de Santiago Álvarez, Coffee Arábiga, de Nicolasito Guillén Landrián, así como muchas cápsulas de la Enciclopedia Popular y muchos Noticieros ICAIC Latinoamericanos,  sin descartar  otros proyectos documentales de  grandes amigos realizadores.
La lista sería muy larga.
Mirar al pasado sirve para recordar, sí, pero no solo para eso: También para reconocernos en cuanto a nuestra proyección profesional y ponernos al nivel del hoy, independientemente de las nuevas tecnologías digitales, que en aquella época no teníamos. 
Ahí están aquellos materiales,  ya considerados clásicos.

Aquí pueden ver “Salut les cubains” (1963), de Agnés Varda:
Así como “LA JETTE”, “NOW”, “L.B.J” Y “COFFEA ARÁBIGA”.
http://youtu.be/1WXMp5BHZ_o
http://youtu.be/u2BDolcwY2E
http://youtu.be/xdcgHf30ppQ
http://youtu.be/xdcgHf30ppQ


miércoles, 9 de enero de 2013


OTRA VEZ SOBRE EL CINE CUBANO MÁS ALLÁ DEL MAR

El joven investigador cienfueguero Jorge Luis Lanza Caride acaba de publicar en la revista “Palabra Nueva” un artículo con el título El cine cubano de la diáspora: la identidad fragmentada.
Más allá de que en las notas el estudioso haga referencias a determinados conceptos y textos que en lo personal he manejado o escrito con anterioridad (lo cual pareciera comprometer peligrosamente mi ego, obligándome a aplaudir todo lo que allí se dice), el artículo me parece loable porque contribuye a concederle visibilidad a un problema que aún no acaba de instalarse de forma natural en la agenda de estudios de los investigadores del cine cubano. Pero como el asunto no es andar regalándonos flores entre nosotros mismos, sino ayudarnos a pensar sin prejuicios algo que forma parte de nuestra cultura (más allá de lo político), pues me gustaría retomar algunas zonas del trabajo, oponerle un par de objeciones, y si ello fuera posible, sumar nuevas interrogantes.
Lo primero es que no me parece feliz iniciar el análisis con la afirmación de que es elicaicentrismo el que en primera instancia promueve la invisibilidad de esa producción. Para empezar, hay que admitir que la institución ICAIC se rige por una política cultural donde aún sigue funcionando el viejo dictum “Dentro de la revolución, todo; contra la revolución nada”. Luego, sería absurdo pedirle a ese instituto (tal como se define hoy en lo político) que programe en el cine Yara Guaguasí (1978), de Jorge Ulla; Los gusanos (1980), de Camilo Vila,Amigos (1986), de Iván Acosta, o Conducta impropia (1986), de Néstor Almendros y Jiménez Leal, por mencionar apenas algunas. Porque no se trata de escoger dos o tres (El súper, por ejemplo), y renunciar a otras apelando al escaso valor estético. En definitiva, ¿el ICAIC no ha producido películas definitivamente malas y se exhiben como parte de nuestro patrimonio fílmico?
Mucho más inquietante se me antojaría la pregunta que indaga en por qué en el mismo exilio ese corpus audiovisual sigue siendo literalmente invisible. Si evocamos como excepción los esfuerzos de Iván Acosta, al frente del Centro Cultural Cubano de Nueva York (fundado en 1973 y presidido por él mismo durante diez años), la producción sistemática, rescate y preservación de esas películas no se aprecia por ninguna parte. O al menos yo no tengo conocimiento de una acción de esa índole. Recuerdo que cuando en el 2007 organicé para un festival de Benalmádena (España) un ciclo con películas realizadas por cubanos más allá de isla, debí apelar a cada uno de los directores, quienes me enviaron copias de sus filmes en la medida de sus posibilidades, en tanto en no pocos casos ya ni siquiera tenían una.
Hasta donde conozco, la primera investigación seria sobre este tema la hizo la investigadora Ana López. Pienso que todavía estamos en deuda con aquella mirada, no tanto por el mapa fundacional que entonces nos brindó, como por el enfoque culturológico que proponía. Solo si partimos desde esa dimensión cultural que deja a un lado lo pedestremente ideológico, podremos desterrar el sesgo fidelista o anticastrista, y adentrarnos en los mundos que cada una de esas películas realizadas por cubanos en ultramar están exponiendo en pantalla. Si los investigadores insistimos en identificar al ICAIC o a quienes se oponen al ICAIC como los límites que autorizan o legitiman el alcance de nuestras indagaciones, entonces los resultados estarán supeditados a una búsqueda predeterminada: los fidelistas encontrarán confirmadas sus tesis de acuerdo al conjunto de películas que han escogido para el análisis, y viceversa, los anticastristas verán solamente las películas que les interesan para su discurso ideológico.
Si vamos a hablar de audiovisual cubano (que incluye al que realizan los cubanos que viven fuera de este espacio físico) es preciso poner fenomenológicamente entre paréntesis esa caótica producción, desterrar todos los prejuicios (se viva aquí o allá), todas las teorías que hasta ahora manejábamos sin fiscalizar su origen porque era la filia o la fobia política lo que mandaba, para intentar aprehender las dinámicas productivas sobre un único soporte: la representación en pantalla de una comunidad de cubanos intentando hacer su vida. Entonces, más allá de la estridencia de los periódicos, se verá un poco mejor la ambivalencia de ese conjunto de imágenes; se entenderá un poco mejor por qué El súper sale en una fecha y no otra; o de qué es lo que en el fondo está hablando Paraíso.
Por otro lado, lo de la identidad es un concepto que cada vez se nos complica más y más. La identidad siempre ha sido complicada, pero el concepto mismo, en medio de la revolución tecnológica que vamos viviendo, nos pone a los investigadores del cine cubano en un verdadero aprieto, toda vez que es aún demasiado vehemente el enfoque nacionalista de esa producción audiovisual, un nacionalismo, por cierto, que sigue confundiendo a la nación con el Estado.
Estamos viviendo, sencillamente, ese período en el cual se comienzan a reformular ciertas visiones del mundo, y se naturalizan cambios profundos que desde hace mucho se vienen desenvolviendo en nuestras vidas, sin siquiera notarlos. En este mismo festival de La Habana que recién concluyó, por lo menos dos cubanos compitieron en la categoría de cortos representando a otras cinematografías: Ernesto Fundora con Apócrifo (2011), por México, y Lilo Vilaplana con Agrypnia (2011), por Colombia. Habrá quien se sienta descolocado con esto: ¿cómo registrar lo anterior en nuestra historiografía?, ¿no se registra? Pues en lo personal lo registraría como cineastas cubanos que han sabido crecer y hacer cine en el mundo.
Ya sé que es un tema complejo, y me consta que el artículo de Lanza es mucho más extenso y exhaustivo. Por lo pronto, es bueno que se siga asomando a la esfera pública este asunto. Y, todo hay que decirlo, creo que es dentro de la isla donde con más sistematicidad se está discutiendo el problema (aún cuando no sea con la intensidad que uno aspira). No solo tendríamos que mencionar aquel dossier de La Gaceta de Cuba, sino que habría que sumar la exhibición de Memorias del desarrollo, de Miguel Coyula, homenaje a Rolando Díaz en la Muestra de Jóvenes Realizadores, conferencia sobre el cine de la diáspora o exilio en la UNEAC de Camagüey, y recientemente, la publicación del libro “Para verte mejor” (selección de Norberto Codina), que incluye par de textos relacionados con el fenómeno, y que ha sido editado, nada más y nada menos que… por el ICAIC.
Juan Antonio García Borrero