jueves, 31 de marzo de 2011

A PROPÓSITO DE LOS 52 AÑOS DE LA FUNDACIÓN DEL ICAIC

ALGO MAS FALTABA POR DECIR DE TRUCAJE.

Los Estudios de Trucaje diseño y animación del ICAIC fueron mucho más que los trabajos acometidos en todo el cine cubano.

Por Jorge Pucheux.

En estos días se celebraron los 52 años de la creación del Instituto y me vienen a la mente, como torbellino de recuerdos aquellos años de trabajo en las instalaciones de los Estudios de Trucaje junto a toda la tropa, a todo el Team de compañeros y amigos, partícipes de casi todas las vivencias.

Hoy, de ese gran Team quedamos unos pocos: Algunos vivimos en el extranjero, otros en la Isla, ya retirados.

Trucaje, ya no existe…

Y no ha sido debido a la aparición de las nuevas tecnologías digitales, sino por motivos quizás presupuestales y hasta por despreocupación o incomprensiones derivadas de criterios equivocados en torno a cómo se debía realizar la Post. Ya para el año 1994, Trucaje era un recuerdo y casi todos los filmes de esa época comenzaron a hacer su Post en México.

En todos esos filmes se siguieron utilizando las mismas tecnologías que aún estaban en Cuba - nunca entendí el asunto- Yo para entonces trabajaba en el DF, en la Empresa RAMM Productions y como profesor en la escuela de cine, el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) en Churubusco. Por delante de mí vi pasar un buen número de películas cubanas, las que llegaban para sus procesos de créditos, Laboratorio, Sonido y FX Visuales.

¿Qué sucedió en el ICAIC.?

La contradicción era evidente, ya que, existiendo toda esta tecnología en la Isla lo realizaban en México y luego España. No lo sé.

Durante muchos años, los editores y los Laboratorios (incluyendo Trucaje) le dieron servicios a casi toda la América Latina y hasta otras cinematografías donde no tenían los recursos necesarios para los acabados de sus películas y de pronto, todo esto terminó.

Allá continuaron trabajando durante los siguientes años, muchos de los especialistas en estas instalaciones sin hacer prácticamente nada o algo. Luego, con el tiempo, algunos abandonaron la Isla en busca de otras posibilidades de aprendizaje en las nuevas tecnologías. Para mí siempre quedó claro que al ICAIC de entonces, lo aniquilaron, asesinaron.

¿Cómo era posible que en México usaran la Truca para hacer los efectos visuales de estos filmes existiendo una Truca en La Habana, dentro del Laboratorio de Color?.

Estas reflexiones, a estas alturas y con el paso del tiempo resultan para mi necesario exteriorizarlas. No recibimos jamás (al menos que conozca) una explicación o comentario: Todo quedó en silencio y ese silencio continúa hasta hoy.

Trucaje fue un departamento más allá del nicho donde se fraguaban las realizaciones en las imágenes de los filmes de aquella época: Trucaje fue una casa, una familia, un lugar para aprender, un espacio cultural.

Por allí pasaron un buen número de artistas que durante los tiempos libres nos dejaban muchos conocimientos, allí platicábamos de todo: De cine, obviamente, de plástica, de teatro, de música, de historia, de literatura. Recuerdo los medios días en el salón de descanso, que era como la sala de estar de una casa, dentro de un edificio maravilloso en cuanto a su diseño. Por ahí pasaron directores, diseñadores, poetas, músicos, historiadores, teatristas, gente de la cultura en general que venían a vernos para trabajar o solicitarnos que le regaláramos milles de efectos visuales.

Vienen a mi mente amigos inolvidables como el mismo René Ávila, diseñador de Trucaje y pintor del Grupo de los Once, Diseñadores como Muñoz Bach, Reboiro , Julio Eloy, Ñico, Rosgart, Humberto Peña, Lacosta, animadores y realizadores como Jesús de Armas, Tulio Raggi, Hernán Henríquez, Juan Padrón, Humberto Solás, Manuel Octavio Gómez, Sergio Giral, Titón, Octavio Cortázar, Santiago Álvarez, Jorge Sanjinés, Glauber Rocha, Miguel Littín , el Pato Castilla, Berta Navarro, Paul Leduc, Fico García y muchos más; todos ellos nos dejaron conocimientos, con todos aprendimos, nos llenamos de vivencias, historias, anécdotas. Por allí pasaron también Onelio Jorge Cardoso, Juan José López, JAN, de España, Enrique Nicanor, también de España, Norman McLaren, especialistas Checos, fotógrafos importantes, pintores.

Trucaje, sin embargo, no siempre estuvo en esas Instalaciones. Antes había radicado en el Bosque de La Habana, en el entonces Telecolor, casi a orillas del río Almendares. Allí había comenzado todo ese quehacer cultural.

Trucaje no solamente fue un centro de trabajo especializado, sino también una escuela para todos nosotros. El Team de Trucaje, con artistas y especialistas tan importantes como René Ávila, José Martínez, Delia Quezada, Alberto Herrera (Truffó), Pepín Rodríguez, Eusebio Ortíz, Alberto Valdés Dones, Edgardo Carulla, Hector Borroto, Leonardo Bueno, José Luis Rodríguez (el niño), Adalberto Rodríguez, Santiago Peñate, Adalberto Hernández, Ricardo López, Alfredo Rodríguez, Nivaldo Ng, Lizette Trutié, Pedro Luis Hernández, Raúl Canosa, Modesto García, incluyéndome en la larga lista. Indiscutiblemente todos dejamos una huella en la historia del cine cubano y latinoamericano.

Donde quieran que estén todos, acá en la tierra o en el cielo, un abrazote gigante y FELICIDADES por los 52 años¡¡¡

lunes, 21 de marzo de 2011

Tomado del Blog sobre cine cubano, LA PUPILA INSOMNE

SOBRE EL FESTIVAL DE GIBARA Y OTRA PELEA CUBANA ¿CONTRA LOS DEMONIOS? 20-03-2011 GTM 1 @ 20:27

jagb —

Acabo de recibir varios mensajes relacionados con la decisión de las autoridades holguineras de suspender el Festival de Cine Pobre de Gibara, y en particular, el homenaje a Humberto Solás. Confieso que lo he pensado bastante antes de dar mi consideración públicamente en este blog, sobre todo porque podría interpretarse como puro resentimiento nacido a raíz de los sucedido (o mejor dicho, no sucedido) con el 18 Taller Nacional de la Crítica Cinematográfica, que debió celebrarse del 15 al 18 de marzo.

Nada de lo que está pasando me asombra ni sorprende. Esto que nos parece absurdo forma parte del folklor burocrático, sobre todo porque se ha legitimado la impunidad de las decisiones. Y fundamentalmente porque quienes deciden tienen a su favor el hecho de que no tendrán que debatir en público el por qué de sus decisiones. Pongo el ejemplo que más cerca tengo a mano: diecisiete ediciones del Taller de la Crítica Cinematográfica, alguien (sin consultar con los de la provincia) decide que el evento no tiene relevancia, y suprime todo apoyo. Un grupo de personas protesta, expone en público su inconformidad, argumenta su malestar, pero el silencio sigue siendo la regla.

No tengo que decir que entiendo el disgusto que ha provocado la decisión en cuanto al Festival de Gibara. Conocí a Humberto Solás. Lo admiré y sigo admirando como cineasta, pero sobre todo como intelectual capaz de revolucionar nuestras maneras de pensar la realidad. Porque la pelea nunca será contra la realidad, que siempre “será”, a despecho de quienes intentan congelarla, de eternizarla según sus particulares puntos de vista, sino contra quienes se oponen a asumirla como algo dinámico y todo el tiempo renovador. Esa era la pelea contra los demonios a los que se refería primero Ortiz, y luego Titón.

La creación del Festival de Gibara (con sus razones más éticas que estéticas) sigue siendo para mí una de las obras fundamentales de Humberto Solás. Incluso mucho más que sus películas, porque significó el redescubrimiento de un espacio donde viven, luchan, y sueñan, personas de carne y hueso. No sombras chinescas que pueden verse a distancia en una pantalla.

Lamento el ninguneo que ahora se hace del evento. Como lamento el malestar de quienes este año se perdieron el Taller de la Crítica, sin que nadie se sintiera obligado a explicarles en público por qué.

Juan Antonio García Borrero

miércoles, 2 de marzo de 2011

Sobre dos grandes documentales cubanos.


MIS RECUERDOS EN “COFFEA ARÁBIGA” Y “RETORNAR A BARACOA” de Nicolasito Guillén.

Recientemente, pude volver a ver gracias a que un amigo subió a su Facebook, dos documentales cubanos de principios del ICAIC, allá por los primeros años de la década de los 60's.

Me refiero a COFFEA ARÁBIGA Y RETORNAR A BARACOA, ambos del querido realizador Nicolasito Guillén Landrián . Si no hubiera sido gracias al amigo que "subió" el material en la red social, creo que nunca más hubiera podido volverlos, de disfrutarlos y recordar, pues seguramente los negativos originales de estos materiales continuarán durmiendo el sueño eterno, llenos de hongos, de humedad allá, en alguna de las bóvedas de la Cinemateca de Cuba.

Luego del impacto inicial que provocaron en mi el encuentro con documentales que tienen más de 40 años de realizados, pude constatar que aún hoy, tienen una vigencia sorprendente. Ambos poseen un lenguaje atrevido (osado, diría yo para la época en que fueron producidos) además de sus contenidos.

Recuerdo que casi en mis inicios, sin estar bien entrenado en mi especialidad - y me refiero a los efectos Visuales - Nicolasito me fue a ver a Cubanacán para plantearme algunas ideas creativas que iba a necesitar en el documental COFFEA ARÁBIGA. Para ese tiempo, todos estábamos cansados en el Instituto, pues las jornadas en el Cordón de la Habana, de trabajo voluntario en la siembra del café, habían sido por esos días realmente agotadoras. Nicolasito vino con un encargo de realizar un material documental que recogiera lo que estaba sucediendo en aquellos campos donde había más piedras y rocas que tierra para sembrar. Pasamos una tarde hablando de todo aquel experimento, porque eso era lo que él pensaba, me comentó de su inquietud por el presente loco que veía, centros de trabajos paralizados en sus producciones para asistir todos los días al trabajo de sembrar, de abrir huecos en la roca, de sembrar café, de los tractores tumbando el marabú pero también los limoneros y naranjales que existían por las zonas cercanas a los Estudios de Cubanacán, del desgaste físico de miles de personas. Nicolasito siempre estuvo muy claro de todo aquel plan. Y me dejó ese día una serie de recortes de películas y fotos para que yo los armara secuencialmente y se los entregara a edición.

Durante varios días estuvimos los editores y yo en contacto analizando cómo echar a andar aquella nueva experiencia para mí, pues recién me estrenaba en la Truca. Aquellos días también fueron unas jornadas de experimentos para mi.

Guillén Landrián me dio libertad creativa para poder hacerlo a mi manera, recordándome que plasmara en mi propuesta sus impresiones del Cordón de La Habana.

Haciendo un flash back de esos tiempos, considero que Nicolás jamás estuvo loco, como apuntaron algunos. Su locura era de otro tipo: De ideas creativas y de un especial sentido semiótico del humor y la ironía. Quizás por eso fue censurado. Su visión del cine y de la realidad estaban más allá del resto del grupo fundacional del ICAIC en aquellos primeros años de la Revolución.

Hoy volviendo a verlos, confirmo mis impresiones personales sobre él y su gran trabajo en el Cine Cubano. Espero que algún día puedan valorar su Obra y la recuperen como debe ser.

RETORNAR A BARACOA, es también un digno ejemplo de su claridad y comprensión de aquellos tiempos. Nunca dudó en dejarlo ver, en expresarlo.

Escogió el documental, que lo tenía a mano, para de una manera tremendamente sincera, contarnos desde allá, desde aquellos años, desde aquellos tiempos, el presente.