viernes, 10 de diciembre de 2010

LAS LLAMADAS “OPERACIONES SUBUSO” Y LA “MISA” DE CUBANACÁN. UN EVENTO NECESARIO A PESAR DE…

J.Pucheux.

Por allá por los primeros años de los 70, el ICAIC se vio limitado en la obtención de filmes Norteamericanos para ser exhibidos en los cines de la Isla, esto debido a las consecuencias del embargo que ya comenzaba a ser sus estragos en la vida de los cubanos. Para ese momento ya no bastaban los siempre bienvenidos estrenos de todo tipo de cine europeo que la Distribuidora Nacional cumplimentaba.

El Instituto hacía todo lo posible por estrenar cada jueves de cada mes, de cada año, una excelente lista de muy buenas películas y era obvio que, definitivamente, la ausencia del cine norteamericano se hacía sentir en las salas de cine y en el gusto del público.

Yo entonces ya trabajaba en la Truca y esta, se encontraba dentro de las instalaciones de los Laboratorios 35 mm de blanco y negro, allá en los Estudios de Cubanacán, a unos 20 Km de la ciudad. Mi área de trabajo era de 5 X 5, suficiente para las actividades en las cuales cada día de este Mundo, mejor, de aquel Mundo, yo desarrollaba en cada filme en los cuales debía trabajar.

La cercanía a los procesos de los Laboratorios me hizo un gran conocedor de toda la tecnología general del cine de entonces, pero también me hizo, sin proponérmelo, ser parte y cómplice de muchos eventos que allí ocurrieron, algunos para bien, la mayoría y para mal, pero necesarios, muy pocos, pero suficientes. Dentro de esos eventos había uno que consistía en tratar de conseguir copias de filmes norteamericanos a partir de las escalas técnicas de los vuelos que se dirigían hacia centro o Suramérica y que hacían tránsito en el aeropuerto de la Habana.

El mecanísmo de coordinación o logística del cómo lo iban a hacer, esto, jamás lo supe, ni me interesó tampoco. Lo cierto es que un buen día me vinieron a ver para que los apoyara en hacer ver que estos filmes eran comprados a Distribuidoras europeas y que no eran “fusilados o pirateados”, como se le llamaba elegantemente a esta actividad.

En otra oportunidad comenté que durante esos años realizamos una serie de presentaciones genialmente diseñadas por algunos amigos Diseñadores gráficos que eran muy parecidas a los logos y entradas de las grandes distribuidoras como WARNER, COLUMBIA, PARAMOUNT, le agregábamos un poco de manipulación visual en la Truca y luego un musicón y listo.

Estos diseños animados y truqueados llevaron el nombre de “GOLDEN GATE presenta”, así como otros que ahora no me vienen a la memoria. Si recuerdo trabajamos varios Diseños.

Lo cierto es que funcionaron muy bien durante años, despistando a los posibles informantes de estas compañías. Con el tiempo a esta actividad dentro del personal de técnicos del Laboratorio se le comenzó a llamar como “Operación Subuso”, y jocosamente, a los días y madrugadas en que seguramente llegaría del aeropuerto una película para ser pirateada y recopiada, “el día de la MISA”, se decía entonces , “_señores , mañana, prepárense que seguro hay MISA” Esto significaba para todo el personal de los Laboratorios que se acercaba una jornada fuerte, un gran Maratón de trabajo, evidentemente de una logística muy bien elaborada y ejecutada

(Llegada del avión, localización en la carga del filme en cuestión, descarga de los rollos, casi siempre, en latas de 300 metros de película, equivalente a unos 10 minutos de proyección, transporte rápido en moto hacia los Laboratorios en Cubanacán, allí, proyección del filme, análisis tecnológico del mismo para comenzar el proceso de contratipaje o recopiado para lograr un nuevo negativo, tiempo del revelado según instrucciones del tecnólogo, corrección de luces para su impresión a positivo, revisión de la primera copia, tiraje de 2 copias más de ajustes en la corrección de luces, aprobación del resultado completo del proceso y por último, el copiado de unas 10 a 20 copias para su exhibición) . Luego, una vez terminado todo, se procedía al embalaje de los rollos originales, tal como habían llegado ,para enseguida ser llevados al aeropuerto y vuelto subir a la nave, todo esto en tiempo record. Se podría decir hoy día que era casi un record Guines.

Todo esto se realizaba en el tiempo de tránsito de la nave.

El primer trabajo de este tipo en el que estuve involucrado fue en el filme, “SHARK”, pues para hacer ver que este venía a través de una distribuidora real, fue necesario cambiarle y ponerle el nombre en español, tal como era habitual que lo hicieran la distribuidoras para América Latina.

El nombre escogido fue “TIBURÓN SANGRIENTO”, y para ello tuvimos que escoger la misma tipografía del filme y a partir de unos pequeños espacios del, Plano donde el título original aun no aparecía, alargándolo, volver a sobreimponerle nuestro título en sustitución del original, Obviamente, también tuvimos que seleccionar otros planos del fondo marino y truquearlos para poder logar el tiempo justo de la copia original. A pesar de la Truca, casi todo fue un trabajo artesanal.

Si mal no recuerdo, este fue unos de los primeros filmes Norteamericanos que se pudieron volver a ver después de casi 15 años de ausencias en las pantallas cubanas.

Si se que en aquel momento consideré necesario el haber realizado ese trabajo.

El tiempo siguió y los cubanos todos, pudieron disfrutar durante unos largos años, a pesar del embargo, del cine Norteamericano, además del resto de las ofertas que la Distribuidora Nacional de películas del ICAIC estrenaba cada jueves de cada día, de cada semana, de cada año.

A propósito de este trabajo adjunto el siguiente texto de quien fuera tecnólogo de los Laboratorios del ICAIC durante años.

Las Operaciones SUBUSO en el ICAIC.

José LLufrío.

Cuando se crea el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, ICAIC, en Marzo de 1959, una de las primeras medidas prácticas para garantizar la exhibición de películas fue la intervención de las agencias distribuidoras de películas norteamericanas y nacionales que existían, y la creación de la Distribuidora Nacional y la Distribuidora Internacional como empresas o secciones del ICAIC.

Estas empresas distribuidoras se encargarían de promover y distribuir las películas cubanas en el extranjero, así como adquirir películas extranjeras para la exhibición en Cuba.

En Cuba, a diferencia de los Estados Unidos, donde el público casi no ve películas extranjeras, sí existía una tradición de ver películas europeas, además de las americanas, mexicanas y argentinas, que constituían el grueso de la exhibición masiva.

Una vez establecido el “embargo”, queda bloqueada la adquisición de películas americanas, y un poco más tarde las de América Latina, salvo alguna mexicana.

Se exhibieron en Cuba en principios de los años 60 muchas películas de Europa Occidental: Francesas, Italianas, Españolas… Algunas joyas del cine sueco, películas inglesas, todo esto para balancear un mucho más grande flujo de películas del “Campo Socialista”, es decir la Unión Soviética, Europa del Este (Polonia, Alemania del Este, Checoeslovaquia, Hungría, etc.), y de China.

Pero el público rechazaba un cine a veces “pesado” con un ritmo y una temática que les eran un poco ajenos…

Para poder exhibir las películas de Europa Occidental en varios circuitos y en el interior del país se necesitaban como mínimo 6 copias, usualmente 10, y a veces 15. La compra de tantas copias de países “capitalistas” constituía una erogación de “moneda fuerte” insostenible e irrecuperable.

La vía usual para obtener varias copias, sin importarlas totalmente, es comprar un “master” o material especial para la duplicación, o un “dup-negativo”, es decir una copia del negativo de la película, para a partir de éste hacer las copias de distribución. Esta técnica de duplicación también permitía (a partir del “master”) obtener un negativo duplicado con subtítulos, en caso que la película originalmente no estuviera subtitulada.

De todos modos, la compra de un “master” o “dup-negativo” es bien costosa, mucho más que una copia de exhibición.

Se pensó entonces “contratipar” o duplicar las películas a partir de una copia de exhibición, comprada a las distribuidoras europeas, de manera que pudiéramos obtener un “dup-negativo” a partir de un sustituto más barato del “master”.

Esta técnica de “contratipar” (palabra derivada del francés) consistía en procesar el material de duplicación con un contraste especial, más bajo del normal, de manera de poder reproducir las tonalidades de la copia lo mejor posible.

Los técnicos del Laboratorio del ICAIC, y del departamento de Trucaje, en particular Pedro Luis Hernández, llegaron a desarrollar y dominar esta técnica, de manera que se pudiera exhibir en las salas cubanas de cine un producto de calidad aceptable.

Así se lograron exhibir en Cuba masivamente películas como “La Dulce Vida”, comedias (incontables, y que los que asistían a los cines de los años 60 y 70 recordarán) de actores tan conocidos como Ugo Tognazzi, Vittorio Gassman, Marcelo Mastroianni, Alberto Sordi, etc.

Con todo y eso, faltaba el cine norteamericano. Una vez dominada la técnica del “contratipado”, si pudiéramos tener en nuestras manos una copia de alguna película americana, podríamos hacer un “contratipo” de la misma, aunque fuese en blanco y negro, y exhibirla en nuestros cines, burlando así el bloqueo…

El ICAIC tenía muchos amigos en América Latina, amigos entre la gente de cine, no solo realizadores, sino también entre los distribuidores y exhibidores de películas. De alguna manera alguna empresa distribuidora de un país latinoamericano logró coordinar que los vuelos que transportaban las películas americanas hacia el Sur, hicieran una escala técnica en La Habana. Esa escala, generalmente de menos de 24 horas, nos brindaba la oportunidad de copiar furtivamente al menos una de las películas que el vuelo transportaba.

Así se creó un grupo de trabajadores de alta confianza, solamente unos pocos, cinco o seis cada vez, que eran llamados tarde en la noche, o en fines de semana, a participar en “la misa”, para acometer el trabajo de “contratipar” rápidamente (en un plazo de seis a ocho horas) la película que se hubiera podido sacar del avión detenido temporalmente.

En total fueron unos cuantos centenares de títulos que se pudieron “contratipar” y exhibir en Cuba desde la segunda mitad de la década del 60 en adelante. Incluso, se guardaban en una bóveda apartada del edificio principal del laboratorio, y las latas se titulaban con un nombre supuesto, es decir un “alias”, de modo que no se pudiera, a simple vista, identificar que el ICAIC poseía un negativo “clandestino” de las mejores películas americanas de la época.

A mediados de la década del 70, durante la presidencia de Jimmy Carter, ocurrieron cambios en la aplicación del bloqueo económico a Cuba, de modo que se comenzó a permitir el intercambio cultural y deportivo, incluyendo la exhibición de películas.

Es en este momento que se empieza a aplicar la idea de sustituir los créditos de las distribuidoras americanas (MGM, Fox, Warner, etc.) por créditos de empresas ficticias, como “Golden Gate” y otras dos más que ahora ni recuerdo, así como poner a la película un título ligeramente diferente al que se utilizaba para distribución en español en el resto de América Latina.

Cuando en 1980 se inaugura el nuevo Laboratorio de Color del ICAIC, se continúa “contratipando” las películas, pero ahora ya en colores.

Ya yo venía participando en el “contratipado” de películas en blanco y negro, y al incorporarme al Laboratorio de Color me vi involucrado en refinar la técnica de “contratipado” en colores, ya que no se disponía de una película de tipo adecuado (como en el caso de blanco y negro), sino que se utilizaba un negativo de cámara marca ORWO, de muy baja sensibilidad y muy contrastado. Tuvimos que echar mano de una técnica no muy usual, conocida como “latensificación”, o “flashing”, que consiste en pre-exponer la película a una luz muy tenue, de modo que se “vele” ligeramente de manera controlada, para incrementar la sensibilidad y a la vez bajar el contraste, logrando que se aproximara a las características necesarias para una película de duplicación.

Hasta la introducción de la proyección de videos en las salas de cine, en la década de los 90, la única forma de lograr la exhibición de películas americanas a través del bloqueo, fue el “contratipado” furtivo de las películas que hacían escala técnica en La Habana. Fue toda una época que duró alrededor de 30 años, y que recordamos los que nos vimos involucrados en esas “misas” nocturnas o de domingos…